Page 34

BIP 147

Historia y Cultura Naval 32 BIP Acerca del Ceremonial Marítimo Los ejércitos mantienen vivas sus tradiciones, algunas centenarias, a través de numerosas manifestaciones. La Armada, al igual que sus ejércitos hermanos también. Hoy estas líneas pretenden trasladarles al mundo naval; un ambiente desconocido —sobre todo tierra adentro— por gran parte de nuestros compatriotas pese al hecho incontestable de ser España una nación eminentemente marítima y que debe gran parte de su esencia a esta circunstancia. Azorín, el escritor de la clara luz mediterránea, glosaba con frecuencia aquel verso que otro compañero suyo dedicaba a la meseta: «Desgraciada Castilla porque no puede ver el mar.» Azorín repetía: «La solitaria y melancólica Castilla no puede ver el mar. ¿Cómo es el mar? ¿Qué dice el mar? ¿Qué se hace en el mar?» Pero de España se ha dicho que tiene dos mares, uno a cada banda, que le van de los pies a la cabeza. Y ¿cómo a un pueblo como el nuestro, que lo envuelve la mar de la testa a la planta, se le va a olvidar esa tradición esencial de su vida?» Son numerosas las placas recitando viejas consejas militares las que adornan la Escuela Naval Militar; de todas ellas hay una que dice: «Vivir no es necesario. Navegar sí ». Nunca entendí bien su significado. Hoy sí. Y es que sólo Dios sabe de la grandeza de los pueblos y de sus gestas venideras. Pero una cosa es cierta: la historia de España está entrañablemente unida al de nuestra condición marinera. Mientras el español navegue, su destino estará alerta, vivo, presente en la comunidad internacional. «Navigare, necesse est». La historia de España se ha medido por singladuras. Del prólogo del libro «Buques de Guerra Españoles. 1885-1971», de Aguilera y Elías, publicado por Editorial San Martín en 1968, extraigo aquí algunos conceptos. «Los buques son ciudades movibles, cambiantes, que se adaptan a climas antagónicos, tórridos o gélidos, y que vencen a los elementos naturales, como las olas y los vientos, para alcanzar el rumbo o el destino deseados, enfrentándose con ellos. Las naves de guerra tienen más ceñida personalidad que las del tráfico mercantil. Sus hombres están ligados por una vigorosa disciplina, y el código del honor inspira a las tripulaciones una conducta ética que desborda del estricto reglamento para elevarse a una categoría moral. Un navío tiene el alma de sus jefes, y la historia dramática y emocionada de estos buques lo demuestra. Cada uno es un trozo del pasado reciente de España, y en casi todos ellos ha dejado el transcurso de los años estelas de sacrificio y cicatrices de gloria».


BIP 147
To see the actual publication please follow the link above