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MEMORIAL INFANTERIA 69

ASPECTOS INSTITUCIONALES de Regimiento de Infantería Ligera (RIL) y el de Regimiento de Infantería Motorizado (RIMT), pasando a denominarnos Grupo de Regulares de Melilla N.º 52 en el año 2000, con el que nos sentimos totalmente identificados. Otro impulso importante para Regulares, fue como consecuencia de la Operación Romeo-Sierra para el desalojo de la isla Perejil en el verano del 2002, la mejora en la dotación de armamento y equipo que tuvimos las unidades de las Plazas de Ceuta y Melilla. Este hito supuso un respaldo y sensibilización del ejército y la sociedad española en favor de la defensa de las ciudades autonómicas,precisamente en un momento delicado en el que el esfuerzo se centraba en potenciar las misiones de paz en el extranjero. Tarbush alquicel correaje Tradicional skara sulhan Uniformidad específica de Regulares REMEMORANDO NUESTRAS ISLASy PEñONES Si algo hemos tenido realmente pintoresco y con aires románticos en nuestra reciente historia,eso ha sido la custodia y guarnición de las islas y peñones de soberanía nacional en el norte de África (Peñón de Vélez de la Gomera, Peñón de Alhucemas e islas Chafarinas). Desde mis primeros días en Regulares, pronto empecé a escuchar todo tipo de venturas y desventuras, algunas con claros tintes de ficción y otras con más parecido a unas vacaciones en el mar, que lo que supuestamente era un sacrificado destacamento en un reducido espacio de terreno durante dos meses. Con idea de contrastar el antes y el después de la realidad de mi primera isla, lo oído hasta entonces eran principalmente alardes inolvidables de la convivencia entre mandos, sus familiares y tropa, es decir, un tranquilo descanso en un pequeño pareja aislado, donde la principal preocupación era el mantenimiento, el baño y la pesca. Por supuesto, no se puede olvidar que cada isla tenía su pequeño foco de problemas que había que vigilar, en Vélez solía ser el acantonamiento veraniego de la hermana del rey de Marruecos con su séquito, en Alhucemas el Club Mediterráneo y la llegada masiva de turistas, lo que provocaba curiosidad mutua entre mundos opuestos separados por apenas 500 m de mar y finalmente en Chafarinas, la proximidad de cabo de Agua suponía una magnífica vía de entrada para familiares y amigos, pero también de compromisos y peligros. Ante la falta habitual de personal femenino, siempre había algún campeón que protagonizaba un escarceo con las esporádicas visitas de biólogas o de veleros, pero como en el parchís y al no haber testigos que lo corroborasen, “si se comían una, contaban veinte”. Por supuesto que dentro de las islas, las obras daban mucho juego, cada comandante militar tenía una visión muy particular de las prioridades con los materiales de construcción sobrantes, que podían variar desde miradores caprichosos hasta originales pub forrados en madera que todavía hoy pueden ser contemplados. Con motivo de mi primera isla, la comisión supuso un cambio radical en mis acostumbradas responsabilidades. Por necesidades del servicio, pasé de ser un simple jefe de sección con todas mis preocupaciones resueltas gracias a mi capitán, a ser jefe de un destacamento donde por primera vez descubría la cantidad enorme de papeles con sellos rojos que podía caber en una caja fuerte, a tener que liquidar una cocina y unos bares con la debida fineza como para evitar imprevistos a final de mes, a garantizar la remisión de documentación periódica sin olvidos y en tiempo oportuno, pero ante todo a decidir sobre la vida, el trabajo y el ocio de 30 señores que se encontraban bajo mi mando, en una isla de unos 1.000 m de perímetro, 33


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