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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 309 SEP 2014

cultura cultura Edificios emblemáticos de las antiguas V y VI Región Militar sirven de escenario a los 4.928 soldaditos de plomo que recrean un particular desfile de los años cincuenta. probar, y un proyectil de cañón, un bolardo, que pesa 22,8 kilos y que más de uno se atreve a mover, comenta Puente. La citada munición se encuentra expuesta entre dos morteros de los siglos XVIII-XIX, uno de ellos de fabricación francesa, de la época de Napoleón, y el otro, coetáneo suyo, ya que está fechado en el período en que Fernando VII aún era Príncipe de Asturias. «El fin de que estas tres piezas aparezcan juntas es ponerlas en su contexto, en aras de una mayor claridad para el visitante », comenta el director, quien destaca que, «en esta nueva etapa, se ha buscado un discurso moderno y didáctico, con menos piezas, que se presentan de una forma más próxima al espectador». Otra vía más para llegar mejor a los potenciales visitantes del museo. DISCURSO EXPOSITIVO Para cumplir su objetivo de contar la historia de España y de Burgos desde la experiencia de sus ejércitos, la institución organiza su recorrido en cinco grandes bloques: Burgos, plaza militar; La vida militar, El Ejército en Burgos, Acciones de guerra y Banderas, aunque prepara ya un nuevo espacio dedicado de forma específica a la evolución del armamento. Así, cruzados el umbral del museo y el zaguán de la Capitanía, no sin antes echar un vistazo a la imponente escalera imperial del edificio, el visitante se encuentra con la tradición burgalesa y su castillo. TODA UNA ATALAYA Recrea la fortaleza una maqueta a la que no le falta un detalle. Cuenta hasta con sus «vivaqueras». Refugios hechos con maderas apostadas en los muros para pasar la noche ante la falta de espacio en las dependencias de la plaza. El castillo, sobre el alto que domina la ciudad, rememora su papel y el de la capital castellana en la Guerra de la Vitrina sobre la Guerra de la Independencia, con el sable de El Empecinado. Abajo, morteros y bolaño, proyectil que se permite «ver y tocar». Independencia, ya que fue Napoleón quien lo rehabilitó y puso en valor para hacerse fuerte frente a los burgaleses. Tras él, casi 5.000 «soldaditos» recrean un desfile de los años 50 aunque con alguna licencia. Si el visitante se fija, encontrará que su autor, Ramón Soler, a incluido una sección de Mozos de Escuadra (Cataluña), y que el jefe de la unidad paracaidista «rompe» la formación. Todas esas figuras tienen como escenario las pinturas a la acuarela de Rafael Griega, con edificios emblemáticos de las antiguas regiones militares V y VI. curiosidad por la sanidad militar Casi de inmediato y entre otros fondos, la mirada —sobre todo la de los más pequeños, según cuentan en el museo— se fija en una vitrina sobre la sanidad en el mundo castrense, con instrumentos quirúrgicos y que sumergen al visitante en La vida militar. Aquí se exhiben, por ejemplo, equipos de medición usados por ingenieros militares y de comunicación, como sendos modelos de la máquina de cifrado alemana Enigma y del también germano teletipo Feldhellschreiber, que empleó la Legión. El nuevo emplazamiento del museo acerca la institución a los visitantes 60 Revista Española de Defensa Septiembre 2014


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