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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 895 OCT 2015

Seguridad y Defensa Mapa de Nigeria REVISTA EJÉRCITO • N. 895 OCTUBRE • 2015  7  precisamente la mayor tasa de pobreza de las treinta y seis regiones o estados federales en los que se divide el país. Sumado a lo anterior, en Nigeria se concentra el grueso de los problemas de piratería que padece el golfo de Guinea, más agravado aún si cabe por las sospechas por parte de la comunidad internacional de vínculos entre la piratería y el terrorismo islamista de Boko Haram. El problema de la piratería resulta altamente preocupante para Nigeria, puesto que de no solucionarse a corto plazo, el aumento de los costes de seguridad de los pozos petrolíferos y la sensación de falta de control gubernamental podría llevar a las principales compañías petrolíferas a replantearse futuros proyectos en estas zonas o incluso a abandonar los actualmente en curso, con las nefastas consecuencias que este hecho podría tener tanto en la economía y el progreso como en la estabilidad y credibilidad nigeriana. Las pasadas elecciones presidenciales y legislativas, celebradas en Nigeria a finales del pasado mes de marzo, han sido las primeras desde el retorno al país de la democracia en las que la oposición política ha conseguido arrebatar el poder al PDP (People’s Democratic Party). El nuevo presidente del país, Muhammadu Buhari, un general musulmán retirado originario del estado norteño de Katsina y que durante la dictadura militar ocupó la jefatura del Estado entre 1983 y 1985, ha podido ganar estas elecciones tras conseguir aglutinar en una única fuerza política a una coalición formada por los cuatro principales partidos de la oposición. Buhari, que ha conseguido la mayoría absoluta gracias al apoyo unánime de los estados del norte, encarna el cambio que tanto demandaba la sociedad nigeriana, asediada por el terrorismo, la delincuencia organizada, la corrupción y el desempleo. Su buena gestión durante su etapa anterior como presidente del Gobierno y su reconocida competencia para enfrentarse a estos problemas, sumado a la incapacidad demostrada por el Gobierno anterior para acabar con las desigualdades sociales y con el grupo terrorista Boko Haram, hacen que su llegada al poder sea vista como una ventana de oportunidad que proporcione a Nigeria la estabilidad y seguridad necesarias. En cuanto al problema terrorista, el nuevo presidente fue gobernador en el noreste, conoce muy bien el problema y no se espera de él una posición tibia y dialogante. Buhari, que salió ileso de un intento de asesinato perpetrado por Boko Haram en 2014, es un militar de carrera que siente como propia la humillación de que los países vecinos hayan tenido que venir en ayuda de Nigeria, incapaz de solucionar por sí sola el problema. Durante la pasada campaña presidencial Buhari ya dejó claro que no había espacio para la negociación con terroristas y que redoblaría los esfuerzos para acabar con ellos en el terreno militar. «Si estuvieran interesados en la paz, ¿por qué han matado a más de 13.000 nigerianos?», decía hace pocas fechas en una entrevista concedida a la BBC. Una de las preguntas que se plantean hoy los analistas es si Buhari seguirá permitiendo que ejércitos extranjeros como el de Chad, potencia militar emergente en África central, o los de Níger y Camerún, sigan penetrando en suelo nigeriano. Más bien parece que el ex general querría ocuparse él mismo del asunto, para lo que se enfrenta al reto de dotar de mayores


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