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BOLETIN INFANTERIA MARINA 18

mera presencia disuadía a los libaneses de concentrarse en este punto sensible, y que anticiparse siempre era la solución más idónea para mantener la paz. Kilómetros de patrullas en vehículo y a pie, puestos permanentes donde nunca se podía bajar la guardia, actividades con las fuerzas libanesas… «Todas las actividades realizadas fueron intensas, independientemente de su duración, y requirieron una actividad y un nivel de atención elevados. Entre todas, las actividades más demandantes eran las que realizábamos en las proximidades de la Línea Azul, porque siempre había que estar alerta para reaccionar con rapidez ante cualquier imprevisto, y el tiempo era un factor clave y determinante», recuerda el capitán Andréu. Pero, además de todas estas actividades operacionales, también era vital mantener un contacto estrecho con las autoridades y las poblaciones locales, para que fuesen conscientes de la eficacia del servicio prestado a fin de mantener la estabilidad, y también para que se sintiesen más próximos a los soldados españoles y salvadoreños que custodiaban su seguridad. Miembros de la compañía acudían a diferentes localidades a impartir clases de español, un idioma cada vez más hablado en esta zona de Líbano gracias a la intensa labor de los sucesivos contingentes españoles. Dentro del Programa Cervantes, infantes de Marina enseñaban nuestro idioma en las poblaciones de Kafer Kela y Der 12 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA Mimess, actividad esta que, además de ayudar a los libaneses, servía a los profesores militares como distracción y estímulo después de largas horas de servicio. Era necesaria una gran interacción con la población del área de responsabilidad de la compañía, y gracias a este tipo de colaboraciones se establecieron excelentes y necesarias relaciones con las autoridades y la población civil, que sin duda tuvieron gran incidencia en el cumplimiento de su principal misión. La vida en las posiciones avanzadas Después de largos días de servicio en toda la zona de responsabilidad, las dos posiciones avanzadas, denominadas 9-66 y 9-15 en Naciones Unidas, eran el hogar que recibía a diario a los miembros de la compañía. El día a día en la posición se resumía en trabajo, deporte y descanso. Estas posiciones eran reducidas, limitadas en dimensión, pero con las comodidades indispensables para hacer la vida más llevadera. El acceso libre a internet y el teléfono permitían enlazar con las familias; el gimnasio o la sala de televisión ocuparon muchas de sus horas libres, pero ante todo el enorme compañerismo que se creó en las posiciones era el mejor y más merecido descanso del guerrero, como reconoce el cabo Rodríguez Ruiz: «Siempre recordaré la gran profesionalidad de mis compañeros y, sobre todo, el apoyo que nos hemos dado entre todos en las situaciones difíciles, y se han convertido para mí en parte de mi familia». No era fácil que toda la unidad coincidiese en su posición, debido a las misiones diarias, y por este motivo cada sección o pelotón tenía prácticamente su propio ciclo de vida, de servicio y de descanso, pero siempre se sacaba tiempo o se organizaban actividades para romper la rutina y descargar tensiones después de intensas jornadas de actividad militar. Las carreras de orientación urbana, los partidos de baloncesto, o las competiciones de pimpón y futbolín servían para despejar la mente, hacer deporte e incrementar el compañerismo. OPINIÓN


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