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116 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 2 / 2013 ejemplo español es muy claro. Nuestro déficit de balanza comercial creció de forma continua desde que se implantó el Euro hasta 2008, cuando llegó a unos niveles que suponían el 10% del PIB. La única manera de poder comprar más de lo que vendíamos año tras año era atraer flujos financieros del exterior, en general préstamos e inversiones. De esa manera nuestra balanza financiera ha sido muy positiva durante todo ese tiem-po, pero eso reflejaba nuestras necesidades de financiación, circunstancia que no ha tenido efectos muy positivos, como estamos comprobando en la actualidad. Al estallar la crisis se puso en marcha un proceso opuesto: no podíamos obtener financiación exterior para comprar más de lo que vendíamos. Como consecuencia, las importaciones comenzaron a caer. A fecha de hoy la Balanza Comercial está prácticamente equilibrada, y en algunos rubros tenemos saldos que ya son positivos, mientras el saldo positivo de la Balanza Financiera también se ha reducido muchísimo. Una de las lecciones que se deriva de esta crisis es que depender en exceso de la financiación exterior para mantener un nivel de gasto elevado tiene riesgos considerables, porque si la financiación exterior se reduce o anula, tenemos que reducir de forma proporcional nuestros gastos sin apenas margen de maniobra. Es prácticamente imposible que la Balanza Comercial y la Financiera estén siempre en equilibrio. Pero los desequilibrios de reducida cuantía en relación al PIB no generan ningún riesgo para el país, porque pueden revertirse con facilidad. El problema son los que resultan mayores en relación al PIB de cada país. Desde el punto de vista de la Macroeconomía Internacional, y dado que la interrelación económica entre los países es bastante grande, la preocupación se centra en lo que se denominan Desequilibrios Globales. No hay una definición única y que suscite el consenso sobre lo que es y lo que implica un desequilibrio global, pero podemos tomar como punto de partida la propuesta por Bracke et al, que los define como: 10 “Posiciones exteriores de economías consideradas sistémicas que reflejan distorsiones o implican riesgos para la economía global”. Que un país como España, que no es una economía sistémica, tenga un gran desequilibrio en la Balanza Comercial, y como consecuencia otro simétrico en la Balanza Financiera, nos afecta exclusivamente a nosotros pero no tiene efectos externos significativos sobre otros países con los que tenemos relaciones económicas. Pero si eso ocurre en economías como la de Estados Unidos, China o Japón, los desequilibrios entrañan riesgos para muchas otras economías. Por eso se clasifican como globales. En realidad el riesgo no es tanto el desequilibrio, sino lo que puede ocurrir si su existencia ha de corregirse con gran rapidez, sin dar tiempo a las economías a adaptarse, lo que puede generar efectos disruptivos. 10  Bracke et al (2008), “A Framework for Assessing Global Imbalances” ECB Occasional Paper Series, no. 78. Página 5.


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