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REVISTA IEEE 2

219 Olivier Urrutia El papel de los Think Tanks en la definición y aplicación de las políticas y estrategias de defensa la comunicación y de la información, plantea la implementación y el uso de procesos de comunicación a fines de propaganda. La propaganda utilizada como arma para prevenir conflictos, y resolverlos y los think tanks como actores que conceptualizan y recurren a tal arma, es el paradigma actual de moda en Estados Unidos. Conclusiones La relación simbiótica existente entre think tanks y defensa se basa en el origen mismo de esas estructuras. Su historia, su denominación, su semántica, su organización, sus objetivos, sus estrategias, su utilidad y su campo de intervención hacen converger el objeto y el amplio concepto de defensa. Los think tanks son un arma en la guerra de las ideas y también en las modalidades de las guerras clásicas modernas, al facilitar la re-flexión y competencias; también fomentan la innovación tecnológica y las estrategias, y son actores indiscutibles a la hora de generar adhesión o rechazo a una intervención. Al igual que el ejército asegura la defensa física del Estado, el think tank defiende la esencia del mismo. La observación del fenómeno de la conjunción think tank y defensa en Estados Unidos nos enseña que, del mismo modo que la sociedad civil, en periodos de crisis y de cambios, se organiza para influir las orientaciones de su propio destino, el complejo militar-industrial se dota de su propia herramienta con objeto de defender sus propios intereses en la guerra de las ideas. Porque la guerra no solo se gana en el terreno sino también en las mentes, parece necesario contar con un arsenal amplio y variado. De iniciativas del Estado como el IEEE (España), el Strategic Studies Institute (USA) y el Institut des Hautes Etudes de Défense Nationales (Francia), combinado con iniciativas de la sociedad civil como el IFRI (Francia), el GEES (España) y el Center for Strategic and International Studies (USA), depende en gran parte el éxito que en la guerra de las ideas y en la guerra por el conocimiento. De ahí que la diplomacia intelectual se pueda considerar como una manifestación del poder nacional, ya que demuestra al público extranjero todos los aspectos de la cultura, incluyendo la riqueza, los avances científicos y tecnológicos, la competitividad económica (desde los deportes a la industria) el poder militar y la confianza general de la nación. La percepción de poder, obviamente, tiene implicaciones importantes para la capacidad de un país al garantizar su seguridad. También porque la diplomacia intelectual incluye argumentos políticos e ideológicos, y utiliza el lenguaje de la persuasión y de la defensa, que pueden ser utilizados como un instrumento de guerra política y ser útil en el logro de los objetivos tradicionales de la guerra. Las ideas, las creencias, las emociones, influyen en las cosmovisiones, adaptando la realidad a intereses propios, constituyendo los think tanks, productores de ideas y de formulas, una herramienta eficaz en la guerra de las ideas.


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