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REVISTA IEEE 2

30 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 2 / 2013 un control de Pakistán sobre el movimiento talibán difícil de aseverar a ciencia cierta. La relación entre los talibanes e Islamabad no ha sido especialmente cómoda, ni siquiera en los años noventa. Desde su reubicación en Pakistán, a partir de 2001, el liderazgo talibán se ha hecho más vulnerable a la presión pakistaní, algo que podría no agradar a la cúpula del movimiento. Por otra parte, la predisposición talibán a negociar no debería darse por garantizada, a pesar de que participen en el proceso de paz abierto en Qatar. Como se ha visto, los talibanes no se han mostrado muy dados a las artes de la diplomacia a lo largo de sus 19 años de historia, aunque sí a las del engaño con el fin de conseguir sus objetivos. Las posibles divisiones internas en el movimiento talibán son otro factor que influirá cuando se planteen negociaciones. En ese caso, probablemente sería difícil identificar al interlocutor. Finalmente, es posible que la diplomacia occidental no esté particularmente preparada, a pesar de los muchos años de vinculación con Afganistán en los años ochenta y en la pasada década, para tratar con la “diplomacia” talibán. Quizás fuera más práctico obligar a que las negociaciones, si han de producirse, queden enteramente en manos de los afganos. Si, como parece claro, el elemento regional que podría dar mayores posibilidades a la estabilización de Afganistán es Pakistán, debería tratarse por todos los medios de contar con su apoyo. Esto implicaría ofrecer una serie de garantías, particularmente la práctica expulsión de India de Afganistán, que la comunidad internacional podría no estar dispuesta a ofrecer. Pakistán podría llegar a emplear -de hecho se diría que ya lo está haciendo- su capacidad de crear problemas en Afganistán, a la manera que acostumbra Corea del Norte con su programa nuclear: como una baza para negociar otras cuestiones. En el caso pakistaní, estas cuestiones estarían fundamentalmente relacionadas con India y la disputa de Cachemira, o con la continuidad de la ayuda internacional, sobre todo la estadounidense, sin la que la financiación de sus Fuerzas Armadas puede resultar bastante problemática.


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