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REVISTA IEEE 2

56 Revista del Instituto Español de Estudios Estratégicos Núm. 2 / 2013 Estados Unidos desde que comenzaron las operaciones en 2001. Los atentados de la in-surgencia siguen aumentando y la credibilidad vuelve a mermar tras percibirse un recelo mutuo entre Karzai y las fuerzas estadounidenses. Al presidente afgano le preocupan las denuncias por malos tratos y las torturas por parte de soldados norteamericanos. Y a Estados Unidos le incomoda que Karzai no haga progresos en la conformación de una Fuerza Afgana de Seguridad. El año 2006 empeora la situación de forma preocupante. El contingente militar estadounidense sigue perdiendo credibilidad. En mayo se producen las protestas más ruidosas y multitudinarias en el centro de Kabul por la manera en que se está gestionando la posguerra. Los afganos protestan por la lentitud en recibir las ayudas y la mejora en los servicios, y por la actitud arrogante de los soldados norteamericanos. Tampoco parece una casualidad que en julio se multiplicaran por cinco los ataques suicidas y se duplicaran las explosiones de IEDs. El 3 de agosto, se produce el ataque más grave contra un convoy de la OTAN, qu21 muertos. La delicada situación tiene su impacto en los miembros de OTAN, en cuyo seno se produce cierta división sobre los fines de la misión y qué países están en condiciones de asumirlos. Los caveats se hacen más monolíticos y en noviembre se comunica al gobierno afgano que para 2008 deberá estar preparado para empezar a asumir las tareas de seguridad. Es la primera vez que se impone un plazo. Para los afganos es la señal de que las tropas internacionales no tienen intención de quedarse, y los miembros de la coalición pueden asegurar a sus opiniones públicas que sus tropas volverán de Afganistán. La insurgencia toma nota del anuncio y asume como objetivo que las fuerzas afganas estén en las peores condiciones posibles para asumir la seguridad en 2008. Tanto es así que ese año se convertirá en el año más violento desde 2001, a pesar de que el gobierno Bush aumentó el número de tropas en 2007. En agosto, además, se produciría un nuevo error aéreo por parte de Estados Unidos, que consolida el sentimiento antiamericano de la población afgana. En 2007 se registraron 56 atentados suicidas en Pakistán, en comparación con los seis que se produjeron el año anterior. Hasta tal punto concentraron los talibanes sus acciones que el comandante del Mando Central norteamericano, el almirante William Fallon, dijo que durante los meses de noviembre y diciembre se había reducido el nivel de violencia en las provincias del este de Afganistán en un 40 por ciento. La ofensiva talibán coincide con el descrédito de Karzai como gobernante y causó con una crisis en los modos y los objetivos de la misión de OTAN. Los miembros de la coalición no se ponen de acuerdo en las prioridades, y algunos mantienen una larga lista de caveats a la hora de participar en operaciones militares contra los talibanes en el sur. Dos gobiernos europeos habían caído durante 2007, en gran parte por la oposición de la población a su participación en Afganistán: en febrero, Romano Prodi perdió una cuestión de confianza en el Parlamento al defender que continuara la misión de dos mil soldados italianos en Herat; en septiembre, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se vio obligado a dimitir por desavenencias con su socio de gobierno que se oponía


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