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MEMORIAL CIP Nº 1

iRaíces del CIP j pinteros ocupados en la construcción de ingenios y carruajes de guerra, y Artillería su arte. Por ello, antes de que la pólvora llegase a nuestra península, ya exis- xHLSUVISLVÄJPVKLHYPSSLYV5HJLUHZxSHZWYPTLYHZ asociaciones gremiales, que se arrogan el derecho de diplomar a sus miembros cuando adquieren la pericia exigible, facultándolos para fabricar armas, disponer las defensas ante ellas, realizar las punterías y atender al tiro de las bocas de fuego. Se tiene constancia de que en el siglo XV se concedía en Castilla el título de capitán de engenhos a cuantos alcanzaban el nivel para ser encargados por el rey de la construcción de bombardas, pasavolantes, cerbatanas, falconetes, ribadoquines y cortaos. También se aplicaban en la fabricación de las pellas, pelotas o bolaños que lanzaban hacia el enemigo.Los adelantos en el arte de la guerra que supuso la aparición de la pólvora y los cañones fundidos en bronce trajeron consigo la especialización en diversos ramos,que, siguiendo la costumbre medieval, agruparon a Z\ZTHLZYVZVÄJPHSLZ`HWYLUKPJLZLUNYLTPVZ`OLY- mandades: fundidores, pirotécnicos, matemáticos…,sin diferenciar entre quien construía y quien usaba el armamento. Hasta bien entrado el siglo XVI, la formación de los profesionales de la artillería se realizó en forma no muy distinta a como se llevaba a cabo en otros gremios. El maestro artillero o ingeniero formaba personalmente a sus aprendices mientras ejercía su función. Como en otros gremios, pronto se haría necesario acreditar los conocimientos del aprendiz mediante la superación de un examen, condición imprescindible antes de ser admitidos y autorizados al ejercicio pleno y autónomo de la profesión. La formación en aquellos tiempos no se hacía desde establecimientos centralizados y siguiendo unos planes de estudios establecidos, sino que se hacía a demanda de las necesidades de fabricación y mantenimiento en las denominadas escuelas de artillería, de las que se constituyeron varias, casi todas ellas cerca de las fundiciones, casas de munición, presidios costeros y fortalezas defensivas. En Castilla se encontraba la Escuela de Artillería de Burgos, ligada a la fundición y casa de municiones de la ciudad; la primera noticia que se tiene de esta escuela es de 1537. Permaneció abierta durante más de siglo y medio, paliando así las carencias de las universidades españolas, más orientadas hacia las humanidades. Las necesidades de disponer de artillería embarcada en las naos que hacen la carrera de las Indias obliga al Consejo de Indias, en 1582, a impulsar la creación de la Escuela de Artillería de Sevilla, creada una vez más como anexo a la fundición de cañones de bronce de la ciudad. Se conoce también la existencia de una Escuela de Artilleros hacia la segunda mitad del siglo XVI en Mallorca (esta última mantenida con fondos municipales) y otra en Barcelona (22 de enero de 1679). Al no haber especialización, se trataba de auténticas escuelas politécnicas que enseñaban en toda su extensión los saberes técnicos de la época a alumnos que en su mayoría ya eran militares, pero también H SVZ WHPZHUVZ ·JVU \U VÄJPV YLSHJPVUHKV JVU SH artillería—. Los alumnos recibían esas enseñanzas,que, por lo general, tomaban entre dos y cinco años, según los casos, y tras superar el examen recibían patente de sus conocimientos. Esta les servía para presentarla a su maestre, a los que ya eran militares o para presentarse como «matemáticos prácticos», o ejercer como artilleros, «entretenidos» trabajando con ingenieros experimentados. .ÞMERO \ -AYO |21


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