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Colaboraciones<< 57 que hiciese falta, ordenaba y organizaba como nunca había visto hacer. Como decía en la primera parte, magistralmente conducidos… ¡Qué jefe! Todo esto sin olvidarnos de la instrucción, orden cerrado, recitado de los Espíritus del Credo, historia de La Legión, educación física, etc. Así iban transcurriendo los días, sin horario, completamente imbuidos en el trabajo, ansiosos por hacerlo lo mejor posible y sobre todo pendientes de que nada se quedase en el tintero, o lo que era peor en Zaragoza. De repente y casi sin darnos cuenta, un día llegaron los gorrillos legionarios, los “chapiris” y las hombreras, dicen que el hábito no hace al monje, pero en este caso al monje sólo hacía falta ponerle el hábito, porque serlo ya lo eran, así se sentían y así lo refl ejaban cada uno de los aproximadamente 62 miembros fundadores de esta nueva unidad de La Legión. Recuerdo perfectamente la primera vez que nos pusimos el gorrillo legionario… “En callada explicación, / el gorrillo ladeado / por cuanto disteis de lado / al entrar en La Legión….” Ya casi estábamos en noviembre, la comisión aposentadora estaba ya preparada, 1 capitán, 1 sargento, 1 cabo 1º y unos 9 legionarios. Ellos serían los primeros en poner el pie en Ronda. Salieron el 9 de noviembre con varios camiones y vehículos ligeros. Se organizó la llegada a Ronda de manera que estuviese el personal antes que el material, como es lógico. Se envió al sargento D. Alberto González Justo como jefe del convoy ferroviario con un grupo de legionarios, todos ellos conductores, en el cual iban todos los vehículos del Grupo, Centauros, VEC, BMR, etc. Se cargaron los contenedores en camiones VEMPAR y el resto de personal viajó pasaportado y con sus propios medios, de manera que el día 19 de noviembre estábamos todos en Ronda. El nuevo Grupo de Caballería recibía material y además el guión de la unidad.


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