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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 132

PRESENCIA VASCA EN LA ARMADA ESPAÑOLA (I) supuesto que faltarán nombres pero, dado el limitado espacio de este artículo, lo único que pretendemos es dar una visión general del tema. Para hablar de la presencia vasca en la Armada española hemos de remontarnos a los tiempos de Fernando III el Santo. Cuando este rey se propone, allá por 1247, reconquistar Sevilla, encarga al almirante de Castilla, Ramón Bonifaz y Camargo, que organice una flota. Este viaja al norte de España y, sobre todo con cántabros y vascos, pone en marcha una fuerza a flote que será decisiva en la incorporación de Sevilla a la cristiandad. Dos son las pruebas de esta presencia. La primera, y más anecdótica, es que la sevillana Torre del Oro aparezca en los escudos de Cantabria y de diversas villas de esta comunidad, y la otra, la importante huella vasca que aún se puede encontrar en Cádiz o Sevilla, fruto de la labor repobladora que el Rey Santo encomendó a los vascos. Esto ha originado, como veremos en este artículo, que muchos ilustres marinos, nacidos sobre todo en tierras gaditanas, que no tienen un origen vascuence ni navarro presenten no obstante apellidos vascos, lo cual evidencia que sus ancestros fueron personas provenientes de los territorios hoy pertenecientes al País Vasco y Navarra que se establecieron en el sur de España. El Colegio de Pilotos Vizcaínos Fruto de esta presencia es la creación en Cádiz, en el siglo XV, del Colegio de Pilotos Vizcaínos, que respondía al modelo medieval de las cofradías, es decir, una institución gremial que se acogía al estatuto de patronato religioso y que, como tal gremio, mantuvo la exclusiva de proporcionar pilotos experimentados para las travesías marítimas, incluidos los viajes de exploración que comenzaron a proliferar desde mediados del siglo XV. El Colegio de Pilotos Vizcaínos era una hermandad profesional, una cofradía similar a las actuales, con miembros unidos por vínculos y prácticas religiosas, pero era sobre todo un gremio bastante cerrado que solo admitía pilotos naturales de las provincias vascas del litoral. La cofradía pudo surgir hacia 1477, cuando Cádiz era punto de partida y de aprovisionamiento de las expediciones al litoral atlántico africano, que llegaban hasta el golfo de Guinea y Canarias. La exclusividad en la selección de los pilotos, que se integraban como hermanos en la cofradía, el auge de las expediciones y su constante aumento conllevaron abundantes beneficios para el colegio, beneficios que lo convirtieron en una rica institución. Tan así fue que, por licencia de 1483, pudo construir y mantener su propia capilla en la catedral de Cádiz, hoy parroquia de Santa Cruz, en la que, como era norma en las cofradías gremiales de la época, el colegio podía conmemorar su patronazgo, reunir a su junta, enterrar a sus cofrades e, incluso, celebrar los exámenes por los cuales admitía o rechazaban a quienes querían ejercer de pilotos e integrarse en la institución. La capilla la fundaron los marinos vascongados y vizcaínos, que formaron una junta, llamada «Colegio», que les servía para «conocer y examinarse » siguiendo sus propias ordenanzas, que se conocen merced a su ratificación por real cédula de los Reyes Católicos de 18 de marzo de 1500. Año 2016 REVISTA DE HISTORIA NAVAL 77


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