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MEMORIAL INGENIEROS 93

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 93 58INFORMACION GENERAL Y VARIOS nuclear, asociada al misil de largo alcance, se convierte así en el arma decisiva, hasta el punto de dar nombre a la era en que vivimos: la Era Nuclear. Pero el alivio que causa el fin del conflicto mundial es tal que el brutal hecho del arma nuclear es escamoteado. Se trata de mantener el monopolio de las armas nucleares, fiel al principio estratégico de poder seguir produciendo daños materiales aplicados al enemigo, mientras se trata de reducir los efectos que aquel es capaz de producirnos. Los armamentos y la energía El armamento para hacer la guerra ha evolucionado continuamente con los tiempos, impulsado por la tecnología y refrenado en su empleo por las «normas morales». Ahora que estamos conmemorando los cien años del comienzo de la Primera Guerra Mundial, estimamos muy conveniente recordar que mucha gente en 1916 pensó que la ametra-lladora y el submarino eran armas de cobardes y que la «caballerosidad» había muerto. Sin embargo, la alambrada fue con alta probabilidad la que jugó el papel más importan-te en la contienda. Con la aparición, por primera vez, de los bombardeos aéreos, y las atrocidades sobre la población civil, esa guerra inauguró una nueva época de violencia entre Estados, que alcanzó su cenit en la Segunda Guerra Mundial. En nuestros días estamos comenzando la robotización de la guerra, que será ejecutada por robots to-talmente autónomos, a los que necesariamente habrá que imponer también «normas morales», pues no conocen ni la piedad ni el miedo. La historia de los armamentos es sobradamente conocida, aunque no viene mal un repaso a la genealogía en clave técnica. Por ello vamos a señalar (mediante cortes en la historia) algunos de los momentos cumbres de la técnica, y trataremos de identificar las rupturas provocadas por un arma considerada como decisiva, entendiendo como tal la que permite alcanzar el objetivo estratégico (victoria decisiva o defensa inexpug-nable) con un débil costo (de pérdidas o daños) por parte de quien tiene su monopolio durante cierto tiempo. Esta arma decisiva actúa, por sus propiedades hasta entonces insospechadas, por su efecto sorpresa (sorpresa técnica), que exige un mínimo secreto (ignorancia y/o subestimación de sus efectos) en su invención, su puesta a punto, su despliegue y su empleo. Sus efectos, al menos al principio, son más psicológicos que físicos, y debe estar preparada para entrar en acción en número suficiente (capacidad para conseguir daños materiales) a fin de que sea decisiva (positiva o negativamente). A través de los objetivos estratégicos que consigue, permite alcanzar fines políticos de considerable envergadura. La vida útil del arma decisiva ha sido, generalmente, breve. Su beneficiario puede ser alcanzado, bien por imitación, bien al quedar contrarrestada o rebasada técnicamente, bien por el invento de recursos de otro tipo táctico o estratégico. Estas propiedades del arma decisiva son demasiado numerosas, por lo que para exponerlas haremos cortes en el tiempo y en la tecnología (energía empleada). La energía humana, corporal y física, sigue siendo fundamental. El choque, el combate individual, no fue más que la primera transformación del par hombre-máquina, que si-gue siendo el elemento básico de todos los sistemas militares. Se han multiplicado sus posibilidades de trabajo mediante el número (efectivos) por la diferenciación funcional, que determina la organización de las unidades, por su integra-ción en sistemas cada vez más complejos y por la constante búsqueda de la sinergia y de la economía de la acción colectiva considerada en su conjunto. De ahí la importan-cia de los recursos demográficos (la masa) en la evolución de estos sistemas motores


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