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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

160 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL Figura 2. Fritz. Como si de una premonición se tratara, el que sería profeta de la velocidad en la guerra futura ya elegía de pequeño para sus juegos de guerra el arma de la movilidad por excelencia, la caballería Por lo demás, el pequeño Fuller se mostró muy pronto solitario y algo excéntrico. Dotado de una inteligencia precoz orientada al gusto por la historia y la geografía, voraz lector, prefirió siempre las novelas y otras lecturas por él seleccionadas a las enseñanzas de los colegios, rígidos templos de una educación victoriana demasiado encorsetada para su temperamento, en lo que constituye otro parecido con la vida de Liddell Hart3. A pesar de su corta estatura y de su poco peso, un J. F. C. Fuller de 19 años vería cumplida su ilusión de sentar plaza de cadete en Sandhurst en 1897, no sin grandes esfuerzos económicos por parte de su familia, circunstancia que mucho lo acomplejaría dentro de aquella academia aún profundamente elitista (el padre venía obligado a pagar cada año en concepto de matrícula la cantidad de 150 libras esterlinas, ¡toda una fortuna para la época!). Sus compañeros de armas, con los que nunca mantendría relaciones muy cordiales a lo largo de su carrera militar, encontraron el mote adecuado para este bajito, irascible y hermético oficial: «Boney», lo que no le desagradaba del todo, al recordarle a su admirado Napoleón, pues ese es el apodo con que el corso es conocido en el Reino Unido. 3  Escritor que abominó del sistema de enseñanza que le tocó vivir, más propicio «a apreciar Balaclavas y Dunkerques que victorias», como aseveró en sus memorias (para saber más de este otro sabio británico el lector puede consultar mi artículo «El capitán que enseñó a generales» en el número 111, 2012, de esta misma publicación). Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 157-236. ISSN: 0482-5748


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