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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

164 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL llas, lo cierto es que el éxito se debió a su aplastante superioridad: piénsese que al finalizar la campaña cerca de medio millón de hombres ocupaban en fuerza el territorio. Por eso, cuando su regimiento fue destinado un año más tarde a la India, Fuller sintió una gran liberación, primero por partir hacia el lugar que siempre quiso conocer, pero sobre todo por perder de vista Sudáfrica… País que con el tiempo, sin embargo, añoraría, pues fue en él donde se curtió como soldado contra un enemigo duro, pero al que acabó comprendiendo y respetando en lo que de virtuoso tenía: maniobrabilidad y frugalidad, parquedad e iniciativa individual, estoicismo, capacidad de sorprender al enemigo, rapidez y oportunidad en la elección de los objetivos, todos ellos puntos clave para el desarrollo de su pensamiento militar futuro. En cualquier caso, para los jóvenes oficiales de aquellas promociones —futuros jefes de batallón en los «campos de Flandes» del año 14—, había quedado claro que la guerra ya nunca más iba a ser un asunto entre caballeros… La India y el ocultismo Si Liddell Hart tuvo varias pasiones aparte de la milicia —desde el tenis hasta el ajedrez, pasando por la moda femenina—, Fuller prácticamente solo tuvo una adicional: la filosofía mística, especialmente la oriental, que conoció en la India (ambos, eso sí, fueron apasionados y grandes conocedores de la mecánica y los adelantos tecnológicos en una época en que este gusto no era nada común: la aviación, los ferrocarriles, la radio, el automovilismo y, finalmente, cómo no, los carros de combate y los vehículos militares). Casi sin tiempo para reponerse en la metrópoli, los oxfordshires llegaron a la joya de la corona británica en el otoño de 1903, cuando eran acantonados en las alturas de Simla. Como había soñado, el joven teniente Fuller, de 24 años, cayó enamorado de la cultura india, fascinación que lo llevó a estudiar la religión védica y sus textos, además de iniciarse en el yoga, actividad que precursoramente introdujo a su vuelta en Inglaterra, sin duda toda una extravagancia en aquellos años. En 1905 comenzó a cartearse con Aleister Crowley, uno de los místicos del ocultismo más famoso de la época, extraño personaje que lo introdujo en toda aquella filosofía que, veremos, tuvo una influencia importante en la vida de nuestro autor más allá de lo anecdótico. Así, curiosamente, los primeros escritos publicados por J. F. C. Fuller no tenían nada que ver con la milicia, sino que fueron unos artículos para la Agnostic Journal —todo un insulto para su padre, por cierto—, apuntes preparatorios de su libro The Star in the West – A Critical Essay upon the Works of Aleister Crowley (The Walter Scott Publishing Co., Londres-Nueva York, 1907). Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 157-236. ISSN: 0482-5748


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