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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

LAS CUATRO VIDAS DE J. F. C. FULLER, UN HETERODOXO EN... 173 cualquier ataque pueda ser lanzado, debe haber un plan: Fuller lo diseñó. Después de toda batalla, se deben sacar conclusiones y aprender tanto de la victoria como de la derrota: Fuller las absorbió y sistematizó. Y, sobre todo, en el caso de los tanques, una oscura lucha en los cuarteles generales debía ser dada contra la apatía, la incredulidad y la estrechez de miras: Fuller la dio… y la ganó. La ganó «parcialmente», añadimos nosotros, como se verá. En realidad, cuando el major Fuller se incorporó a ese Estado Mayor que tenía mucho de laboratorio experimental, los carros de combate ya habían entrado en acción, pero lo habían hecho de forma dispersa y en acciones aisladas, con lo que desperdiciaron el haber podido conseguir una sorpresa estratégica de gran magnitud si hubieran sido empleados de forma masiva y concentrados en un único sector; de haber ocurrido esto, los alemanes sencillamente no hubieran tenido forma de contrarrestar la nueva arma16. Y esto es lo que Fuller vio clarísimamente entonces y en la posguerra, a saber, que el empleo no solo óptimo sino decisivo de esas máquinas radicaba en emplearlas como un poderoso puño de hierro que golpease en el punto más débil del enemigo, rebasando su primera línea, profundizando en su territorio, amenazando sus centros neurálgicos de mando, comunicación, abastecimiento, refuerzo y sostén, incluso a su propia población, causando al fin un pánico tal que lo hiciera desistir de continuar la lucha. Ni más ni menos que la esencia de la ruptura en la guerra: no tanto eliminar físicamente los ejércitos enemigos como anular la voluntad de combatir en sus mandos (pues como decía su amigo y compañero de profecías sir Basil 16  Uno de los puntos más polémicos de la obra de Fuller ha sido siempre precisamente su teoría de que primero los alemanes y luego los británicos desperdiciaron sendas ocasiones para lograr una sorpresa estratégica decisiva durante la Primera Guerra Mundial. En el caso de estos últimos, por no haber esperado a tener una masa crítica de carros que aplicar de forma decisiva en un solo punto del frente, y en el caso de los alemanes cuando no supieron aprovechar el shock que provocó en su enemigo el ataque en que usaron por vez primera gases tóxicos, pues al hacerlo aisladamente le dieron la oportunidad de contrarrestar ese tipo de guerra por el sencillo método de dotar a las unidades de máscaras antigás. Fuller, siempre irreverente, llega a decir que, contrariamente a la mala prensa que siempre tuvo la guerra química, si los alemanes hubieran aprovechado estratégicamente la sorpresa de su introducción, habrían ganado la guerra en 1915, con lo que se habrían salvado millones de vidas humanas (tesis sostenida en su obra Armament and History, Da Capo Press, 1998, en la que esboza el interesante principio del constant tactical factor, en virtud del cual todo avance en armamento tiende a ser contrarrestado por otro que lo neutraliza, por lo que cada vez que un nuevo invento es desarrollado, hay que aprovechar su factor sorpresa al máximo antes de dar tiempo al enemigo para preparar el antídoto que lo anule). Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 157-236. ISSN: 0482-5748


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