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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

LAS CUATRO VIDAS DE J. F. C. FULLER, UN HETERODOXO EN... 209 tural. No sabemos si alguno de los dos estará capacitado para solucionar el problema crucial que las revoluciones plantearon a la humanidad: la situación del ser humano, su gobierno y su modo de vivir en un mundo completamente mecanizado. 4. DE ARMAGEDÓN A ARMAGEDÓN: LA FORJA DE UN FILÓSOFO. ALEMANIA PIERDE LA GUERRA… El 1.º de septiembre de 1939, día en que el general John Frederick Charles Fuller cumplía 61 años, estallaba una nueva guerra, esta vez realmente universal. Nadie sino él podía hacer el mejor resumen de aquella contienda en una sola frase o idea fuerza: los alemanes perdieron la guerra y los aliados la paz…47. Si Liddell Hart, criticando los efectos que produjo, vio en esta contienda al menos un resurgir del arte militar al recuperarse la maniobra y la movilidad, Fuller odió en ella la brutalidad que suponía el no limitar las guerras, esa su quimera teórica (toda guerra ilimitada pierde per se su razón de ser, esto es, conseguir una paz más perfecta). Para el de Chichester, la Segunda fue solo un capítulo nuevo del drama del 14, que en absoluto le sorprendió puesto que la «paz» del 18 no había sido tal, sino solo una dura venganza que en sí misma llevaba el germen de una nueva conflagración. Es por ello por lo que la cita de Horacio que emplea para abrir su obra sobre la Segunda Guerra Mundial sirve como muestra de lo que pensó de ella (libro por cierto, bastante por debajo del que hiciera al final de su vida su amigo Liddell sobre el particular, si bien con luminosas aportaciones como siempre): «La fuerza bruta privada de sabiduría cae en ruinas por su propio peso. La potencia templada con la prudencia hace más grandes aún a los dioses. Pero estos odian el poder que, en lo más íntimo, se inclina hacia toda forma de impiedad»48. 47  Título de un artículo publicado por FULLER en la posguerra (Revista Ejército, n.º 94). Sus conclusiones, como siempre, contundentes: «Hitler perdió la guerra porque, al contemplar el mapa del Imperio británico, cosa que él mismo reconoció hacer frecuentemente, ¡no se había fijado en el Canal de la Mancha!». Por su parte, los aliados perdieron la paz al forzar la rendición incondicional, pues, al conseguirse la victoria, «el equilibrio de fuerzas dentro de Europa quedaría irremisiblemente aniquilado, quedando Rusia como el mayor poder del continente. Por consiguiente la “paz” que aquellas dos palabras rendición incondicional presagiaban significaba la sustitución de la tiranía nazi por una hegemonía aun más bárbara». 48  FULLER, John F. C.: La II Guerra Mundial (1939-1945) Historia táctica y estratégica. Círculo Militar Argentino, Buenos Aires, 1988. Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 157-236. ISSN: 0482-5748


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