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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

222 FERNANDO CALVO GONZÁLEZ-REGUERAL poblaciones civiles fue aceptada como objetivo estratégico, retrocediendo el mundo a la barbarie»56. Por otra parte, las levas masivas, necesarias para mantener este tipo de guerra sin límites éticos, legales o prácticos de ningún tipo, cambiaron los fundamentos del arte militar, ya que «hasta entonces los soldados habían sido muy costosos, pero ahora resultaban muy baratos; las batallas, evitadas hasta aquel momento, eran ahora buscadas, ya que por muy elevadas que pudieran ser las bajas, eran rápidamente compensadas mediante las listas de recluta»57. De ahí la repulsión que nos produce el estudio de las grandes batallas de la Gran Guerra del 14, en que la devaluación de la vida humana llegó a tal extremo que se sacrificaban brutalmente como corderos cientos de miles de hombres para conseguir avanzar unos palmos de terreno estéril… Napoleón, brillante como planificador de campañas, genial táctico, gran estratega, aportó sin embargo su grano de arena en esta caída desenfrenada hacia el abismo al no contentarse nunca con sus victorias ni aceptar como definitivos los sucesivos statu quo que iba consiguiendo, practicando una insaciable y suicida política que llevaría a su país a la ruina y, lo que es peor, sembraría un precedente de discordia total entre los pueblos de Europa, lo que creó una atmósfera de enfrentamiento irreconciliable que los adelantos técnicos en armamento y una sobrelectura o lectura errónea de Clausewitz a lo largo del siglo xix y principios del xx llevarían al paroxismo de la guerra total. Es precisamente en este momento de la obra cuando Fuller, libre de prejuicios y de cargas, de cualquier tipo de complejos y madurada su propia teoría de la guerra, se atreve al fin a hacer explícitamente su crítica más dura al maestro germano: De todas las equivocaciones de Clausewitz, la más grande fue que nunca comprendió el verdadero objetivo de la guerra, que es siempre la paz, y que, por tanto, esta ha de ser la idea dominante de la política, siendo la vitoria solo el medio para su consecución …. En realidad, la palabra «paz» apenas aparece una media docena de veces en su célebre libro De la guerra …. La violencia llevada a sus últimos extremos termina siempre en un fracaso absoluto. Es mejor, evidentemente, el consejo de Monstesquieu: «Las naciones deben hacerse mutuamente el máximo bien en época de paz y el menor daño posible en tiempo de guerra, sin perjudicar con ello sus propios intereses», si la paz ha de ser algo más que una suspensión temporal de las hostilidades58. 56  FULLER, John F. C.: op. cit., pág. 27. 57  FULLER, John F. C.: op. cit., pág. 29. 58  FULLER, John F. C.: op. cit., pág. 67. Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 157-236. ISSN: 0482-5748


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