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REVISTA DE HISTORIA MILITAR 114

34 NICOLÁS AGRAIT CORDERO acción militar. Ciertamente, se tiene evidencia de análisis de inteligencia militar en las crónicas castellanas de la época. La Crónica de Fernando IV ofrece un análisis acertado presentado por doña María ante un grupo de nobles sobre la importancia de Tarifa y de su defensa ante la amenaza marroquí de recuperarla72, especialmente cuando se considera que la pérdida de esta plaza hubiese privado a Castilla de su único puerto en el estrecho de Gibraltar y hubiese concedido a los benimerines una base más para lanzar nuevos ataques. La Gran Crónica de Alfonso XI señala correctamente que el objetivo estratégico de Abū l-ḥasan en 1340 no era simplemente capturar Tarifa y detenerse, sino que él había movilizado una fuerza invasora con la capacidad de conquistar extensas áreas, comenzando por la costa y posiblemente amenazando hasta Sevilla73. En consecuencia, era crucial que los cristianos contrarrestasen la invasión y derrotasen a los musulmanes de forma definitiva. Sin embargo, estos textos fueron escritos bastante después de los acontecimientos que narran y por tanto hablan más en retrospectiva que del análisis de la información que ocurrió en el momento. O sea, que se corre el riesgo de que el cronista nos entregue no un informe de lo que ocurrió en un momento específico, sino que, sabedor del desenlace final, es posible que le dé un espaldarazo no tan merecido a los personajes involucrados —tal vez una especie de: «¡Miren qué bien lo hicimos!»—. De la misma manera, es difícil discernir de forma definitiva qué persona es responsable del análisis de la información recibida. Se puede afirmar con seguridad que figuras importantes como los monarcas y ricos hombres se nutrieron y tomaron decisiones militares en función de la inteligencia que tuvieron a su disposición. Sin embargo, la inclinación de las fuentes hacia las figuras de más alto rango social puede oscurecer las contribuciones de oficiales menores. Si gran parte del cómo y el quién del proceso de análisis de inteligencia militar durante este período puede quedar oscurecido, es más factible saber en dónde se llevó a cabo y qué clase de información se examinaba y qué decisiones se tomaban. Sin perder de vista la diferencia entre inteligencia estratégica, operacional y táctica, ordenadas según su énfasis, de más general a más limitado, y que dichos procesos existían pero no se definían con los vocablos modernos, utilizaré principalmente las campañas de Alfonso XI en el Salado y Algeciras para ilustrar estos procedimientos. Lo primero que se puede afirmar es que las cortes reales y nobles eran verdaderos centros de análisis de inteligencia. En ellas se dispondría de los recursos necesarios para examinar y reflexionar sobre los acontecimientos militares 72  Crónica del rey don Fernando: op. cit., vol. I, p. 107. 73  CATALÁN, Diego: op. cit., vol. II, pp. 332-34, 394. Revista de Historia Militar, 114 (2013), pp. 11-40. ISSN: 0482-5748


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