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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 893 SEP 2015

LA VIRTUOSA CONSPIRACIÓN DE LA CONCIENCIA DE UN OFICIAL 60  REVISTA EJÉRCITO • N. 893 SEPTIEMBRE • 2015 «Para los idiotas, las órdenes son leyes» Teniente general Henning Hermnann Karl von Tresckow, conspirador contra Hitler. Andrés González Martín. Teniente coronel. Artillería. DEM. El misterio de la salvación se llama recuerdo Después de sobrevivir a la guerra y al régimen criminal de Hitler, en 1951 la viuda del general de división de la Wehrmacht Helmuth Stieff recibió una fría notificación burocrática, que le informaba que no tenía derecho a recibir una pensión como víctima de guerra por la muerte de su marido. El general Stieff no había muerto en acción de combate sino ejecutado después de que un tribunal popular, presidido por el fanático nazi Roland Freisler, le condenase a muerte por haber participado en la conspiración que culminó el 20 de julio de 1944 con el atentado fallido al Führer. Adolfo Hitler ordenó personalmente que la muerte de los condenados por participar en el atentado fuese lenta. El general Stieff fue expulsado del Ejército por un Tribunal de Honor el 2 de agosto de 1944, juzgado por un tribunal del pueblo el día 8 y ejecutado esa misma tarde. Fue a la horca desnudo y le colgaron con una cuerda de piano para prolongar su agonía. Esta fórmula sería la habitual para tratar a los oficiales alemanes que participaron en el intento de asesinato de su jefe. Todas las ejecuciones fueron grabadas por orden de Hitler para saborear su venganza. En 1960, nueve años después de muchos litigios, la señora Cecil Gaertnerovou vería reconocido su derecho a recibir una pensión por los servicios prestados a Alemania por su marido, el general de división Steiff. Las últimas palabras del general en su carta de despedida a su mujer decían: «Han pedido la pena de muerte y no hay nada más que hacer. Las cosas son así. Fallé y estaba equivocado. No hay razón para interferir arrogantemente como insignificante ser humano en los designios de Dios»1. Como la mayoría de los conspiradores, el general Steiff tenía profundas convicciones religiosas. En su celda de la prisión de Plötzensee en Berlín se convirtió a la fe católica poco antes de ser ajusticiado.


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