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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL Nº 893 SEP 2015

acuerdo con su conciencia» había dicho en su homenaje en el Bendlerblock9. Estos actos de reconocimiento a los conspiradores después de 70 años, superando el inicial rechazo de muchos que después de la guerra los vieron sencillamente como traidores, esta necesidad de recordar una parte de un capítulo de la historia de Alemania lleno de culpas y de vergüenza para un pueblo que al mirar atrás no se reconoce, reflejan un esfuerzo de catarsis y de recuperación de la dignidad. Es un intento por, asumiendo las culpas, decir al mundo y también a las nuevas generaciones de alemanes que no todos fueron iguales. Pero sobre todo es una ocasión para aprender de los errores de los demás, reconociendo como modelo válido la actitud de los que supieron elegir el camino difícil que les dictaba su conciencia. Ellos son ese pequeño resto que a lo largo de la historia, aquí y allí, ante las más duras pruebas, han sabido resistir a la tentación de someterse a la tiranía de unos pocos y al silencio complaciente de la mayoría. Aunque todos consintieran ellos se opusieron a la mentira y pagaron un alto precio. Se estima que unos 5.000 alemanes fueron asesinados por los nazis después del atentado del 20 de julio de 1944. El valioso sacrificio de solo unos pocos ha permitido al pueblo alemán recoger su legado, para sobreponerse de los excesos de otros muchos y la inacción de la mayoría. Como decía Edmund Burke: «Lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada». El progreso del bien exige el esfuerzo de al menos unos pocos inspirados, mejor de unos muchos, dispuestos a denunciar, si llega la ocasión jugándose la vida, al mal escondido detrás de la mentira. En ese momento obedecer o desobedecer es una cuestión que debe resolver la conciencia y no la costumbre. Etiam si omnes Ego non El embajador alemán Ulrich von Hassell, ahorcado también con una cuerda de piano, recoge en sus notas, publicadas posteriormente por su viuda10, una anécdota que resulta ilustrativa. La radio británica en junio de 1944 emitió una entrevista con su embajador en Suecia. En ella se hacía referencia a un comentario del conde alemán Anton Knyphausen. El conde decía que el 66  REVISTA EJÉRCITO • N. 893 SEPTIEMBRE • 2015 Soldados alemanes en una pausa del combate pueblo alemán se componía de un 17 % de nazis optimistas, un 80% de personas sin voluntad y un 3% de personas sensatas. La victoria a los aliados no llegaría con los bombardeos sino, o bien con la ocupación de Alemania, o bien ayudando a llegar al poder a ese tres por ciento de personas sensatas para alcanzar una paz aceptable. La opción que se impuso la conocemos y media Europa siguió viviendo bajo la tiranía de Stalin. En los momentos más difíciles siempre debe permanecer un resto para poder recomenzar. Si aceptamos que todos los hombres son libres e iguales, estamos seguramente aceptando, de alguna manera, que existen ciertas pautas o criterios morales universales que sirven, tanto para determinar la moralidad de los actos humanos, como para analizar una moral vigente en una sociedad determinada. Creer que el hombre, a través de su conciencia, puede sobreponerse a los códigos de conducta que le impone el tiempo y el espacio, es creer que en lo más profundo de su yo existe un orden de libertad que le empuja a su propia plenitud al margen de todo lo que le


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