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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2014

RUMBO A LA VIDA MARINA Pues bien, si antes dijimos que unos eran «propietarios» de la mar por derecho propio, el resto de los animales que pululan por ella no pasarían de ser unos vulgares «okupas» de no ser porque debajo de las olas sobran los recursos y la naturaleza no tuvo necesidad de ponerles fecha de desalojo y terminaron haciéndose «tan de casa» que, con el tiempo, pasaron a ser «inquilinos » de la mar. Unos más que otros, porque dentro de esta tropa de nostálgicos, los hay con peores y mejores hojas de servicios: los cetáceos, ballenas y delfines son los que más trienios acumulan en la mar porque presentan unos historiales que poco tienen que envidiar a los de los peces, ya que como ellos también nacen, crecen, se aparean, se reproducen en la mar y mueren en ella, e incluso sus cuerpos han adoptado el aspecto fusiforme —proverbial en el pez como el paradigma de la perfección hidrodinámica—, llegando a tal extremo que han tenido que renegar de la tierra porque saben que en caso de varamiento su propio peso colapsaría sus pulmones y morirían asfixiados. Está claro: el realojo de los cetáceos en las aguas prometidas consistió en un viaje sin retorno. Vamos, que de no estar obligados a asomar las narices al exterior para respirar del aire serían tan marinos como un arenque o una lubina. No es el caso de las tortugas, serpientes, aves marinas y focas que, en puridad, serían un poquito menos de la mar porque ni siquiera se reproducen ni nacen en ella como las ballenas y delfines, pues tienen que volver periódica- Un grupo de focas árticas descansa durante horas en un peñón de Alaska. (Foto del autor). 100 Julio


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