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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 305 ABRIL 2014

EDITORIAL En acción permanente por nuestra seguridad Con el traslado de Zaragoza a Libreville (Gabón), el pasado 21 de marzo, del avión Hércules que ya venía actuando en apoyo a las fuerzas francesas y africanas, y la participación con tropas sobre el terreno en la nueva misión de la Unión Europea que arrancó el 1 de abril, España ha reforzado su presencia en la República Centroafricana, donde sigue creciendo la tensión entre la facción cristiana y las milicias rebeldes islamistas. España está en la República Centroafricana porque la humanidad y el sentido de la justicia nos impiden permanecer impasibles ante tragedias de tal magnitud: 310.000 personas han abandonado el país y otras 625.000 permanecen desplazadas en su interior, en una crisis que ha supuesto centenares de asesinatos, masacres y, en general, un sufrimiento insoportable para la población civil. Pero también interviene porque en el mundo actual, como afirmó en el Congreso el ministro Pedro Morenés, «todos los conflictos, hasta los aparentemente lejanos, acaban siendo una potencial amenaza para la seguridad nacional». No debe despreciarse el riesgo de la extensión de la crisis humanitaria a la región del Sahel, tan cercana geográficamente a España, ni la posible repercusión de la misma en la lucha contra la inmigración ilegal y los tráficos ilícitos que se dirigen a Europa. A este respecto, es positivo que el Consejo de Ministros haya renovado, por un año, la autorización para el despliegue de la fuerza del Ejército de Estados Unidos en la base de Morón de la Frontera (Sevilla), para realizar operaciones en el norte de África, zona de especial sensibilidad para nuestra seguridad. La presencia en la República Centroafricana se justifica también por razones políticas, pues la posición de España en el concierto de naciones como un actor influyente en el marco de una Unión Europea fuerte exige que la UE asuma su responsabilidad en el conflicto y que nuestro país se muestre solidario con ello. Asimismo, no podemos olvidar que, mientras nuestras Fuerzas Armadas contribuyen a la paz en distintas partes del mundo, en el interior del territorio nacional otros militares garantizan la seguridad y la defensa de España, a la vez que desarrollan cometidos importantes a favor de la protección y el bienestar de los ciudadanos. Un ejemplo de esta labor se recoge en el presente número: los 2.000 militares del Ejército del Aire que, desplegados en 22 unidades, se encuentran en todo momento —las 24 horas del día, 7 días a la semana, 365 al año— disponibles para responder, si fuera necesario, a cualquier amenaza que se produzca en el espacio aéreo. Su atención es, por lo tanto, permanente, e inmediato es el despegue de los cazas, que constituyen la punta de lanza del Sistema de Mando y Control Aéreo. Además de garantizar la inviolabilidad del espacio áereo, los miembros de los Ejércitos y la Armada vigilan nuestras costas, ayudan a la regulación de la pesca, participan en la lucha contra el narcotráfico, colaboran en la extinción de incendios, hacen frente a otras catástrofes… En todas estas actuaciones, tan diversas entre sí, como en las que realizan fuera de nuestras fronteras, nuestros militares demuestran un elevado grado de profesionalidad, un gran compromiso con su cometido y, sobre todo, una reconocida calidad humana. Lamentablemente, en ocasiones su trabajo conlleva un sacrificio irrecuperable, como el de los cuatro militares desaparecidos el 20 de marzo al caer al mar, en aguas próximas a Canarias, el helicóptero del Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR) en el que viajaban. Como ha señalado Pedro Morenés, «es una paradoja tristísima que militares que han dedicado su vida a rescatar personas la hayan perdido entrenándose para ello». RED Abril 2014 Revista Española de Defensa 5 editorial305.indd 5 03/04/14 11:12


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