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res Aeronáuticos Aficionados (A.N.C.A.A.). Durante el mes de marzo de ese año ya se encontraba funcionando una comisión, con sede en la calle Antonio López de Madrid, con el fin de organizar y regular el funcionamiento interno de la futura asociación. Entre sus cometidos principales, destacaba la elaboración de unos estatutos generales, la presentación de éstos a la autoridad competente para su aprobación y convocar una reunión de asociados de la que debía surgir la primera junta directiva. La Comisión del A.N.C.A.A. se mostró muy activa durante los meses posteriores. En agosto de 1955, había surgido el proyecto de celebrar en España un Congreso Internacional de Constructores Aeronáuticos Aficionados, asociado al correspondiente festival aéreo y concentración de aeronaves. Poco después, en octubre de 1955, el domicilio social de la Comisión se había trasladado a Santander, situándolo en la calle Reina Victoria. El año siguiente continuó siendo propicio a generar buenas noticias para los amateur españoles. La Orden de 19 de octubre de 1956, publicado en el número 124 del Boletín del Aire de 25 de octubre de 1956, otorgaba vigencia al “Reglamento provisional para las construcciones aeronáuticas de tipo ligero y deportivo realizadas por aficionados” Después de varios años desprovistos de una normativa legal, los constructores amateur españoles tenían a su disposición un instrumento lo suficientemente válido para desarrollar sus aspiraciones. El enunciado de presentación de la mencionada orden daba a conocer el espíritu con el que nacía, afirmando que “ (…) la evolución natural de la aviación deportiva ha dado lugar al deseo, por parte de los que la practican, de intervenir activamente con su propio trabajo en la construcción de las avionetas de tipo ligero y ultraligero que han de utilizar, consiguiéndo así una reducción apreciable de su coste, aspiración muy atendible dado las modestas posiblidades, en general, de los aficionados” 4. El reglamento era bastante completo, quedando establecido el Certificado de Navegabilidad Restringido (CNR). Las aeronaves construidas por los aficionados estaban autorizados a operar con este certificado durante seis meses, prorrogables por otros seis a condición de que el avión mantuviera su aptitud para el vuelo. De todos modos, a pesar de su indudable utilidad, la reglamentación llevada asociados algunos capítulos bastante farragosos, como era el dedicado a la adquisición de materiales. Según lo dispuesto, el aficionado, una vez abonado por adelantado el importe, debía adquirirlo en el Ministerio del Aire. Con anterioridad, el interesado había cursado la correspondiente solicitud de compra a la Dirección General de Industria y Material, acompañada por un certificado expedido por la Dirección General de Aviación Civil. En definitiva, una disposición capaz de minar el ánimo del aficionado más entusiasta. Sin embargo, estas dificultades no fueron óbice para que un pequeño grupo de pioneros se amparase en esta legislación, y se pusieran manos a la obra en la construcción de su propia aeronave. Faustino Cantos García, profesor nacional en la localidad de Ontur, Albacete, fue uno de los primeros en seguir los puntos expuestos en el reglamento. En noviembre de 1963, adquiere en la casa SURVOL, de Cannes, el juego de planos nº 324 que le autorizaba a emprender la construcción de un velero en configuración ala volante Flauvel AV.361. Piloto de vuelo sin motor, en posesión de los Títulos A y B, una vez obtenido el visto bueno por parte del Ministerio del Aire, comienza en proceso de adquisición de materiales vía la Maestranza Aérea de Albacete. Por lo que respecta a los herrajes, deberá dirigir su atención a los stoks de repuestos suministrados por la casa madre en Cannes. Construído básicamente en madera, Faustino Cantos encontraría una valiosa ayuda en los maestros del taller de carpintería destinados en la maestranza; principalmente en lo que atañe a las encoladuras, uno de los apartados sobre el que los técnicos solían incidir con mayor detenimiento durante las inspecciones. Durante el proceso de montaje del ala volante su constructor tuvo que dar solución a cierto número de retos. Faustino Cantos lo explica: “Como el velero era de construcción monobloc, todo se monta, encola y queda de una pieza. Así que tuve que construir el larguero de 13 metros en el escenario del teatro del pueblo que, al ser de madera, permite el clavado de tacos y soportes” Posteriormente, habilitaría un pequeño cobertizo al lado de la escuela, donde fue completando el trabajo. Finalizada la construcción del Flauvel, Faustino Cantos recurrió nuevamente al ingenio para inciar las sesiones de pruebas en vuelo. Con el fin de situarlo en el aire, juzgó idóneo hacerlo median- 4Anteriormente, en 1955, el Ministerio del Aire había nombrado una comisión con el encargo de redactar los diferentes capítulos del futuro reglamento. 169


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