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te inferior de la envolvente sin ningún elemento de suspensión exterior. La resonancia internacional de esta contribución en el mundo aeronáutico fue considerable. Tras el verano, el Informe presentado por Paul Appell desde la Academia de Ciencias de París5 se reproducía no sólo en el órgano de expresión del Aero-Club de Francia, la revista LʼAerophile6, sino también en revistas científicas generalistas como La Génie Civil7, Science, Arts et Nature8, Cosmos9, Journal des Inventeurs10, La Locomotion Automobile11, etc. Simultáneamente, se publicaban reseñas en las revistas británicas Nature12, The Aeronautical Journal13, Literary Digest14, etc. En España, José Echegaray presentaba también su Informe a la Academia de Ciencias de Madrid, publicado después en la Revista de Obras Públicas, concluyendo con la conveniencia de que se ensayase el sistema propuesto tan pronto como fuera posible. El estudio físico-matemático de la estabilidad en vuelo de los dirigibles introducido en su patente se basaba también en el uso de dos planos de cola triangulares (empenage) situados en la intersección de los lóbulos en la popa. Unos meses más tarde, en una primera Adición a la Patente15, D. Leonardo incluso aportó un análisis complementario sobre cómo podría cancelarse el par perturbador causado por las fuerzas F y R. La solución teórica avanzada (sin que en esos momentos hubiese realizado aún ningún ensayo práctico) para situaciones en las que el dirigible tuviera que moverse tanto a velocidad uniforme como con aceleración variable, fue la del uso de una boya de estabilización concebida de tal modo que: 1) la resultante de las fuerzas F, R y la resistencia ofrecida por la boya debía pasar por el centro de gravedad del sistema; y 2) la resultante de R y el peso de la boya debían quedar dentro del ángulo formado por la boya y los tirantes de suspensión. Pero Torres Quevedo, en las investigaciones emprendidas al comenzar el siglo XX, había estudiado todos los posibles aspectos que podían llevarle a la solución del problema del vuelo. En particular, había concebido un dispositivo para maniobrar a distancia los dirigibles sin poner en riesgo a los pilotos mediante el uso de las ondas hertzianas. Así, el 10 de diciembre de 1902 solicitó una nueva patente en Francia por un “Systéme dit Télékine pour commander à distance un mouvement mécanique”, en suma, su “telekino”16. Estas pruebas se llevaron a cabo con gran éxito entre 1905 y 1906, pero solamente con barcas y triciclos, pues el aparato no llegó a emplazarse en ningún aerostato. En cualquier caso, en 2007 el Institute of Electric and Electronic Engineers de los EE.UU. le concedió un “milestone” (un “hito”) a modo de reconocimiento internacional del ingeniero español como inventor del mando a distancia. HACIA EL DIRIGIBLE AUTORRÍGIDO TRILOBULADO, 1904-1908 El 4 de enero de 1904 la Dirección General de Obras Públicas del Ministerio de Fomento creaba para Torres Quevedo la primera institución civil en España dedicada a resolver el problema de la navegación aérea (y el de la maniobra de dispositivos a distancia), el Centro de Ensayos de Aeronáutica: Unos días después, el 27 de enero de 1904, el inventor español presentaba un nuevo trabajo a la Academia de Ciencias de Madrid titulado “Globos atirantados”17, con la primera evolución concebida a partir del sistema global de 1902. En esta contribución, Torres Quevedo introducía la posibilidad de eliminar todos los elementos rígidos del interior de la estructura (la viga triangular) y la quilla de modo que solamente la presión interior del gas contenido en la envuelta hiciera que el dirigible se “auto-rigidizara”. La recepción de todos estos estudios físico-matemáticos sobre la forma de conseguir la estabilidad en vuelo de los di- 25 Esquemas de la versión española de la patente francesa de 1902.


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