sólo labores de vigilancia y control, sino también de salvamento y seguridad marítima », destaca. Rumbo al puerto tarraconense de L´Ametlla de Mar, el calor es agobiante. El patrón del Cinta Primera ofrece cerveza, fruta y ensalada a los inspectores mientras se deleitan contemplando los salmonetes de fondo, las tintas rojas, las rayas, los pulpos, algo de cigala y algún que otro gallo pedro que se extiende sobre la cubierta una vez vaciada la red. A bordo del arrastrero la relación entre los representantes de la administración civil y militar y los pescadores es absolutamente cordial durante las algo más de dos horas que dura la visita. Concluida la inspección, Iván Vázquez observa, asomado a la banda de estribor, la aproximación de la RIB que regresa del patrullero Arnomendi para recogerle a él y al alférez de navío González Aller. Ambos, junto al binomio patrón-nadador de rescate de la lancha neumática, componen un equipo compacto, cohesionado y eficiente. «Sin la Armada la inspección pesquera no existiría », afirma Iván. J.L. Expósito Fotos: Pepe Díaz Tras comprobar la documentación del barco y el tipo y tamaño del pescado —debajo—, el inspector y el oficial de la Armada proceden a verificar que el arte que utiliza el arrastrero cumple con la legalidad y es lo suficientemente selectivo como para no capturar especies no permitidas, contribuyendo así a la conservación de los recursos marinos. Septiembre 2015 Revista Española de Defensa 45
REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 320
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