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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA Nº 320

h i s t o r i a La Comisión Española de Historia Militar aborda la neutralidad de España en el congreso internacional de Pekín LA arMada, en la II Guerra Mundial José Mª Blanco Núñez Capitán de navío (R) DEL 30 de agosto al 5 de septiembre, la Comisión Española de Historia Militar —dependiente del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional— ha participado una convocatoria más en el Congreso Internacional de Historia Militar que, en su XLI edición, se ha celebrado en Pekín y ha estado dedicada a La II Guerra Mundial y la evolución del arte de la guerra en el siglo XX. Hasta la capital de China ha viajado una delegación de la comisión histórico-militar española. De ella ha formado parte el capitán de navío José Mª Blanco, autor de la ponencia Acción marítima española durante la II Guerra Mundial. Una de las cinco conferencias que ha expuesto la representación hispana en la veterana cita internacional y que, en forma de resumen, recogemos a continuación. En su intervención, Blanco explicó que «España mantuvo durante la II Guerra Mundial una posición de neutralidad muy condicionada por las obligaciones —materiales y morales— contraídas con las naciones del Eje —Alemania e Italia— durante su recién terminado conflicto civil. No intervino directamente, pero ayudó en la medida de lo que pudo y con la mayor discreción posible a los países citados». ENTRE NEUTRAL Y NO BELIGERANTE Desde un punto de vista estrictamente oficial, la posición del Gobierno español pasó de la «estricta neutralidad» a la «no beligerancia» para terminar con una «neutralidad vigilante». En 1938, el agregado naval alemán en Madrid, capitán de navío Kurt Meyer-Dohner, ya había evaluado la posibilidad de estacionar algún buque de aprovisionamiento en la ría de Vigo (Pontevedra): amplia, de fácil entrada y, entonces, con poco tráfico. Así, tras la Guerra Civil y con la contienda mundial en ciernes, se estableció una red de apoyo, principalmente con petroleros abastecedores de los U-Boote —abreviatura de unterseeboote, submarinos en alemán—, sustentada en puertos españoles con el visto bueno del Estado Mayor de nuestra Armada. Dicho sistema se mantuvo hasta que el primero de octubre de 1943 Madrid cambió su política. «España decretó la neutralidad vigilante y Alemania vio más productivo apoyar esa neutralidad que arrastrarnos a la guerra», subrayó Blanco. Sin embargo, el imaginario popular español fraguó muchas historias fantásticas sobre aprovisionamiento a submarinos alemanes e italianos en las múltiples calas del litoral español. De todas ellas, sólo se ha podido documentar unos pocos casos. En términos generales, si tenemos en cuenta que la capacidad de combustible de un U-Boot (grande) era de unas 90 toneladas, lo entregado en aguas españolas representa apenas el relleno completo para 17, que es una cifra muy baja para el enorme trasiego de tantos submarinos como puso Alemania en juego. Con los datos recopilados en la mano, se puede aventurar que de esos 17 submarinos, unos siete habrían repostado en la ría de Vigo, la más utilizada; en Cádiz, hubieran repostado unos cinco, otro más en Ferrol (Coruña) y cuatro en Las Palmas de Gran Canaria. Estas cifras, en realidad, no son reales, ya que serían factibles si el relleno hubiera sido desde cero, lo que no parece probable. En cualquier caso, si hablamos de mínimos, al menos se pudo dar combustible a 17 U-Boote y si, por ejemplo, suponemos que entraban con un 30 por 100 de su depósito la cifra se puede elevar hasta unos 23 submarinos. PROTESTA FORMAL DE LONDRES No obstante, la «permisiva» neutralidad española se dejó ver, por ejemplo, tras el hundimiento en acción de guerra del U-434 alemán el 18 de noviembre de 1941 en aguas de Cabo San Vicente (Portugal). Los británicos, que rescataron a 42 miembros de la tripulación con vida, encontraron cerillas españolas a un marinero y a otro una receta de una farmacia de Vigo, que coincidía con la fecha del aprovisionamiento. Además, los interrogatorios de rigor pusieron de manifiesto que el submarino había rellenado sus depósitos de un mercante alemán en la ría gallega, lo que confirmó las sospechas británicas y provocó la correspondiente protesta ante el Gobierno español. El U-105, por su parte, entró en Ferrol el 12 de junio de 1942 tras sufrir un ataque aéreo. Uno de sus heridos fue curado a bordo del crucero Canarias y se trató de reparar el submarino, al que España ofreció ayudas no permitidas, entre ellas, amparo en el puerto más tiempo del previsto por la legislación internacional. Con respecto a esa «permisiva neutralidad» de España y en lo que se refiere a Italia, se puede citar el caso del buque cisterna Olterra. Hundido en la bahía de Algeciras (Cádiz) por su tripulación al estallar la guerra, fue reflotado y acondicionado para servir como base al comando de ataque italiano Gamma. Idéntica misión tuvo su compatriota el mercante Gaeta. Internado en Huelva desde el inicio del conflicto, en la primavera de 1943 fue también habilitado para acoger a buceadores de ataque italianos. 64 Revista Española de Defensa Septiembre 2015


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