Page 151

REVISTA GENERAL DE MARINA JUNIO 2015

mismo con el disparate que me acabo de inventar. ¿No será que a veces ese corrector puede ser corrosivo? Adicción y adición En la misma revista encontré otro párrafo donde se empleaba el vocablo adicción en lugar de adición. Se deducía del contexto, claramente, que se hablaba de una suma. Nada más leerlo pensé que el autor se había confundido poniendo dos ces donde únicamente debería haber escrito una, y en este caso el corrector del Word no le había ayudado advirtiéndole sobre un posible error, pues ambas palabras existen. Pero, antes de aventurarme a criticar en este caso el mal uso de adicción —ya sabe, paciente lector, cuántas veces he detectado y confesado en estas mismas páginas que las estibas de mi pañol del español no siempre están bien arranchadas— acudí a la fuente, el DRAE, y allí, ¡oh sorpresa!, encontré dos significados para ese término: 1. f. Hábito de quien se deja dominar por el uso de alguna o algunas drogas tóxicas, o por la afición desmedida a ciertos juegos. 2. desus. Asignación, entrega, adhesión. Desconocía la segunda acepción. Y permítaseme justificar mi pecado apelando a desus., abreviatura de desusada, que incorpora el Diccionario. Quizás el autor quiso emplear adicción con este significado, aunque me sospecho que soy demasiado benevolente con él. Haya y halla Más difícil me lo puso la Instrucción 14/2015 del secretario de Estado de Defensa sobre contratación, un texto de noventa y cinco página que tuve que digerir, engollipado hasta el gaznate, debido a los cometidos de mi actual destino. Dice uno de sus párrafos: «La numeración de los contratos coincidirá con la de los expedientes de contratación, excepto en el caso de que el pliego halla dividido su objeto en lotes y estos se hayan adjudicado a varias empresas (…)». Figura en cursiva lo que activó mis alarmas lexicográficas. A continuación, lo desmenuzo. Para empezar, me pregunto si un pliego es un ser vivo con capacidad para dividir un objeto. No, lo siento, ni como metáfora ni como prosopopeya (1) puedo admitirlo. Además, la forma halla pertenece al verbo hallar, no al verbo haber que, curiosamente, el autor del párrafo emplea con absoluta corrección solo ocho palabras más adelante (hayan adjudicado). Por lo tanto, sugiero la siguiente redacción: «...excepto en el caso de que el objeto del pliego se haya dividido en lotes...». Obsérvese que, curiosamente, con esta estructura se podría haber escrito «...excepto en el caso de que el objeto del pliego se halle dividido en lotes...», pues sería posible sustituir halle (no halla) por encuentre. Tal vez fue esto último lo que se pretendía decir en la Instrucción 14/2015. En cuyo caso. Valor El mismo párrafo de la citada Instrucción continúa de la siguiente manera: «...en cuyo caso cada contrato se numerará reemplazando el valor 00 de las posiciones 12 y 13 por la del lote correspondiente» Fijándonos de nuevo en lo escrito en cursiva y dejando a un lado la redundancia producida al emplear caso dos veces casi en el mismo renglón, ya comenté la locución en cuyo caso en otro artículo del Pañol del Español. Allí, tras entonar el Yo pecador una vez más, escribí que no es apropiado usar cuyo en expresiones donde carece de valor posesivo, ya que su significado es más el de un demostrativo, por lo que lo recomendable es decir en tal caso, en este caso, etcétera. Por otro lado, ¿cuál es el valor 00? Creo que la respuesta es cero. Me remito a lo que me enseñaron en Aritmética mis profesores de la infancia. Pero aquí los dos ceros no sirven para valorar sino para numerar, codificar o identificar «todos los expedientes que PAÑOL DEL ESPAÑOL (1) La prosopopeya es la figura que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados, o a los seres irracionales las del hombre. 930 Junio


REVISTA GENERAL DE MARINA JUNIO 2015
To see the actual publication please follow the link above