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REVISTA GENERAL DE MARINA JUNIO 2015

TEMAS GENERALES Si bien los errores citados son perdonables y entendibles, cuando proceden de la Administración General del Estado o incluso de algún organismo del propio Ministerio de Defensa, la indulgencia ha de ser menor y el error corregido. Sin embargo, en contra de lo que cabría suponer, no somos los militares los más puristas cuando nos referimos a nuestras Fuerzas Armadas (FF. AA.) (2). En aras de una simplificación lingüística, tolerable en un lenguaje cotidiano, ha proliferado otra expresión, «los Ejércitos», para aludir al conjunto del Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire. Este artículo pretende analizar cuál es la voz correcta a utilizar para referirnos de forma única y simultánea a las tres organizaciones. Antecedentes históricos De todos es sabido que no existe una Armada o Marina de Guerra en España más o menos centralizada hasta la llegada de los Borbones. Las flotas se creaban mediante requerimiento real de forma voluntaria o forzosa (decomiso), normalmente con la correspondiente compensación a sus propietarios. Esta ausencia tiene implicaciones directas en la forma de referirse a las fuerzas navales. Así, por ejemplo, en 1481, los Reyes Católicos dieron orden de «facer la Armada» (3) que había de proteger los reinos más orientales de la Corona de Aragón de los ataques del turco; como esta, se «hicieron» diversas armadas temporales o permanentes a las que se les encomendaba un objetivo específico; no habla, sin embargo, Fernández Duro de Armada cuando cita en su magna obra la fuerza naval capitaneada por don Juan de Austria y que cosechó la victoria en Lepanto, y sí de escuadras «á sueldo del Rey Católico» (4): las de España, de Nápoles, de Sicilia, de Andrea Doria... al contrario que sucede con la vulgarmente llamada Invencible (la Grande Armada). Ya hablemos de escuadras, flotas o armadas, no será hasta el reinado del primer Borbón —si bien según algunos poco capacitado para gobernar, hábil a la hora de rodearse de buenos ministros y asesores— que dio comienzo a un proceso estatal de centralización, del que salió beneficiada la Armada al firmar la Real Cédula de 1714, que «trajo consigo el dictado de Armada real (2) Por cierto, otro término incorrecta y profusamente utilizado es el acrónimo FAS en lugar del correcto FF. AA., tal y como especifica la normativa ortográfica de la Real Academia Española de la Lengua y recoge explícitamente su Diccionario Panhispánico de Dudas (DPD) al referirse a los plurales, que se forman doblando las iniciales, seguidas por un punto y separadas por un espacio. De hecho, si utilizamos la expresión FAS en un buscador de internet, de los primeros cincuenta resultados, tan solo uno hace referencia a las Fuerzas Armadas. (3) CERVERA PERY, José, y O’DONNNELL Y DUQUE DE ESTRADA, Hugo: Historia de la Armada Española. Ministerio de Defensa, Madrid, 2006, p. 69. (4) FERNÁNDEZ DURO, Cesáreo, Armada española (desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón), tomo II, Madrid, 1895-1903, p. 137. 812 Junio


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