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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 126

JUAN ANTONIO GÓMEZ VIZCAÍNO bre de 1754 se celebra en Cádiz una junta presidida por el intendente del departamento, Juan Gervant, a la que concurren el constructor de este, Mathew (Mateo) Mullan; Jorge Juan; Francisco Lastarría, comandante del navío Aquilón; Bernabé Urcullu, su segundo —que antes había mandado la fragata Flecha—; Cipriano Autrán, capitán de la maestranza y constructor; el conde de Vega Florida, comandante del navío África; Juan de la Colina, de la fragata Venganza; Juan de Salabarría, del navío Oriente; Pedro de Goicochea, de la fragata Perla, y Juan Ponce, de la fragata Águila, buques todos ellos de nueva construcción. La junta tenía por objeto principal, a la vista de los informes indicados, disponer los remedios que se juzgasen adaptables y oportunos en los navíos que estaban en el astillero y en los ya botados, pues de todos ellos se señalaban defectos. Del Aquilón se decía que estaba «poco fortificado de la lumbre del agua para arriba»; que necesitaba «reclavar, y estopear todos sus costados, y cubiertas »; que tenía «desmentidas las regalas desde el portalón a proa, y no le aguantaban las estopas, como generalmente sucedía en todas sus costuras»; que era necesario «abrigarle la proa para sujetarle el castillo», pues con el peso de las anclas «abrían al natural movimiento del mar, más de una pulgada la costura de la tabla, que une con la amurada en ambas bandas, y no le paraba estopa». Del Asia, que en su viaje a Veracruz había tenido «considerables averías de su carga por lo poco reclavado de sus tablas, por desmentirse estas con el trabajo del navío, y la ninguna sujeción de las cavillas»; se denunciaba «su falta de trancaniles, porque temía encontrar podridas las cabezas de los baos, que no se atrevía a reconocer, por no verse en la precisión de carenar allí, siendo el quebranto del dicho navío tanto, que las aguas en las cubiertas se iban a las cabezas, a que contribuía también ser pequeños sus imbornales»; del San Fernando que, habiendo sido «recorrido a satisfacción para ir a Nápoles», había vuelto «hecho una criba, mojado su pan y pólvora»; del África, que eran «precisas y repetidas las recorridas». Y sobre todo se daban cuenta de la representación hecha por el constructor del astillero de Ferrol, Richard Rooth, quien aducía «no ser responsable de los primeros doce navíos de dicho astillero, y que sólo lo sería de los cuatro últimos, porque a su vuelta de curarse, los encontraba con sus piezas mal labradas, y sin la debida posición; los durmientes y cuerdas sin las seguridades necesarias; muchas cavillas de mala calidad, no bien metidas, y peor calafateadas, y toda la máquina de la obra, opuesta a su idea. Que a todos dichos navíos faltaría la fuerza debida, y de esto procedía el haberse quebrantado, o caído el Aguilón luego que se le pusieron sus palos. Que habiendo hecho un reconocimiento, no encontraba seguridad en los durmientes, y sus cuerdas, especialmente en el Aguilón. Y que no obstante que para asegurar el Neptuno, y Brillante había hecho poner pernos, y otros refuerzos, siempre tenía el mismo defecto». De todo ello Bryant redactó un extenso dictamen, que posteriormente llegaría a manos del constructor en Cartagena para que, a su vez, informase, entre otros puntos, sobre si el establecimiento de las fortificaciones que se señalaban supondría o no un embarazo para los gálibos y medidas de la cons- 26 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 126


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