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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 126

RAQUEL SIGÜENZA MARTÍN dójicamente, la escolta de los barcos que llevaban a los jesuitas a su exilio en Italia. Después de participar en algunas batallas, en 1803 Cosme Damián Churruca pasó a mandar este buque, en el que sería apresado por los ingleses en la batalla de Trafalgar, en 1805. Además, durante los preliminares de la segunda guerra con Gran Bretaña, el 7 de febrero de 1774 se expedía en El Pardo una real orden por la que le sería enviado al conde de Aranda, embajador en París, el estado de las fuerzas navales españolas. En la lista de los bajeles que formaban la Armada Real y de los destinos en que se hallaban se enumeraban, además del mencionado navío, localizado en Ferrol, un bergantín y una balandra en La Habana con el nombre de San Juan Nepomuceno. Finalmente, tenemos constancia también de un brulote de 12 cañones que aparece reseñado en la relación de los bajeles que componían la escuadra mandada por el teniente general don Luis de Córdoba, en la bahía de Cádiz, en junio de 1779 (17). El éxito del culto a este mártir en ciertas zonas de España, entre las que descuella especialmente Andalucía, lo certifica no solo la gran cantidad de imágenes del santo que se pueden encontrar en muchos de los templos de esta comunidad autónoma, sino también en sucesos como el hecho de que, entre 1767 y 1777, una de las treinta y tres nuevas salinas creadas en la bahía de Cádiz se llamara «San Juan Nepomuceno» (18). Lo cierto es que la suerte no siempre favoreció al santo, que sufrió algunos altibajos reflejados también en lo que a su relación con la Armada se refiere. De esta manera, después del auge devocional de que disfrutó en todos los ámbitos, y no solo en el marino, desde su canonización hasta el siglo XIX, su fama disminuyó paulatinamente hasta casi desaparecer pasada la segunda mitad de esta centuria. No obstante, las alusiones a su culto se mantendrán, e incluso se prolongarán hasta la actualidad, aunque sea de manera minoritaria. Justo cuando el siglo XIX llegaba a su mitad, en 1850, el día 16 de mayo, fiesta del santo, el regimiento de la Albuera celebraba en la iglesia parroquial castrense de Cádiz la consagración y bendición de una nueva capilla militar —con su imagen y ornamentos sacros— en honor del mártir bohemo, al que habían elegido como patrón en su calidad de protector de la honra. José María Laso de la Vega, lector de teología en el convento de San Francisco de Cádiz, teólogo consultor de la nunciatura de España y examinador sinodal de los obispados de Cádiz y Sigüenza, fue el encargado de pronunciar el correspondiente discurso en el festejo. Laso de la Vega afirma que, por aquellos tiempos, se habían escrito más de veinte vidas del santo (19). (17) Agradecemos al comandante de Infantería de Marina don Alberto Busto el envío de la información relativa al encargo del nimbo del santo, referido en «La Infantería de Marina: génesis…», artículo de próxima publicación en Boletín de Infantería de Marina. El texto parece referirse a la escultura para la capilla de la cofradía del mártir, con sede en la iglesia de San Miguel, encargada a Salzillo en 1762. No obstante, no se ofrecen detalles acerca de la procedencia de estas informaciones. CASTANEDO GALÁN, pp. 19-20 y 26; FERNÁNDEZ DURO, pp. 225-231. (18) TORREJÓN. (19) LASO DE LA VEGA, p. 9, n. 3. 60 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 126


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