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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 126

ROCÍO MORENO CABANILLAS las que no paraba de «golpearse fuertemente por una y otra parte sin cesar» (52). Las maniobras para zafarse se fueron complicando progresivamente, y el paquebote se precipitaba hacia una zona de macizas peñas, en la que se avistaba otra embarcación encallada y perdida. Mas, en último extremo, el viento amainó y el paquebote logró zafarse del riesgo de encallar y recuperó su rumbo. La afligida tripulación, vapuleada por un destino tan aciago, vio en tal circunstancia asomar la mano divina: «… gracias a la Magestad Divina por su gran misericordia (…) que hizo que calmase el viento y que la mar se sosegase; como el que saliésemos maravillosamente por último de entre tantos ahogos» (53). Retomada su ruta postal hacia La Habana, el destino no quiso que el paquebote pudiese alcanzarlo, debido al viento y al temporal reinante, que no permitió a la tripulación acercarse a la costa. Así que el barco enfiló el derrotero a Campeche, pues «las corrientes en todo el seno mexicano, savíamos (sic) que eran muchas y finalmente, la ninguna práctica de nuestro capitán» (54). El Cortés arribaría a la playa de Campeche el 18 de febrero de 1765. Y aquí finalizó la ardua travesía del primer paquebote a las Indias Occidentales. Conclusiones Con la salida del Cortés, el 1 de noviembre de 1764, se inaugura el servicio de correos marítimos de España a las Indias. Pero, antes de la partida del paquebote, la Renta de Correos se encargó de regular todo lo concerniente a ella: la dieta de la tripulación, el paquebote que inauguraría la travesía, los pasajeros que se admitirían a bordo, etc. De todos estos preparativos se ocuparon distintos responsables de la Renta: el administrador de La Coruña, encargado de disponer lo necesario para que la partida del paquebote se hiciese efectiva; los administradores generales de Correos, que llevaban la dirección de dicha institución desde Madrid, y los empleados de la Renta elegidos para abrir las oficinas de correos en la otra orilla del Atlántico. Además, todo ello estaba bajo la superior supervisión de la Corona: del marqués de Grimaldi, secretario de Estado, designado superintendente del servicio en virtud del Reglamento Provisional de Correos Marítimos, de 24 de agosto de 1764, y del propio monarca Carlos III, quien había impulsado este proyecto de correspondencia marítima con el objetivo de regularizar y centralizar aún más su poder sobre los territorios americanos. Los preparativos de la expedición no fueron fáciles, y la Renta, para lograr su propósito, tuvo que hacer frente a diversos inconvenientes, en su mayoría plantes de marineros y capitanes, disconformes con algunas de las condiciones para la travesía que les imponían sus superiores. El administrador de La (52) Ibidem. (53) Ibidem. (54) Ibidem. 88 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 126


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