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LA LEGION 534

>> Actividades III CERTAMEN DE RELATO CORTO “CAPITÁN LEANDRO ALFAYA” que era un cuartel fortificado al noroeste de Ceuta, en lo alto de un picacho batido por los vientos, hasta las últimas participaciones de La Legión en misiones internacionales en diferentes conflictos. Podemos empezar hablando de la prenda legionaria por excelencia, conocida coloquialmente como Gorrillo o Chapiri, inspirada en los antiguos gorros isabelinos (gorros de cuartel usados por las tropas de Isabel II). El término Chapiri es un diminutivo del galicismo - Chaperot - que era una prenda de cabeza en forma de capucho del siglo XVIII. El propio Millán Astray decía sobre él que - tiene un especial atractivo, es gracioso, airoso y muy marcial, la borla con su vivo color rojo tiene como finalidad espantar las moscas que molestaban en la cara. Es el que caracteriza a los Legionarios -. El personal indígena llamaba a los primeros legionarios como los del - bujannú -, los del madroño, por la borla colorada que colgaba. La forma de ponérselo es ladeado para que la borla caiga a un lado con la creencia de que evita que el enemigo tome puntería. Por otra parte, los uniformes legionarios han sufrido transformaciones y adaptaciones a los distintos escenarios donde hemos actuado a lo largo del tiempo, se han llevado gorras verdes con siroquera, sombrero chambergo de ala ancha y hasta pantalones cortos. Los primeros correajes que se usaron fueron de lona tipo - Mills - de color grisáceo, comprados en Gibraltar a los ingleses. Posteriormente en 1927 se adquirió el correaje de cuero de color avellana que en 1931 fueron teñidos de negro en señal de duelo para el entierro del Coronel Jefe del 2º Tercio D. Juan Mateo y Pérez de Alejo, muerto por un atentado en Ceuta y desde entonces así permanecen. La vida de un legionario era muy dura en su primera época, sonaba en aquel entonces un chascarrillo que los más veteranos le decían a los recién alistados - ó te acli-matas ó te acli-mueres -. Típico era ver en sus primeros tiempos al legionario cargando con su capote-manta que le protegía en parte de las inclemencias del tiempo en campaña, se decía de él que tenía un olor montaraz, humano, equidistante del tomillo y de la jara y del cuero seco de las botas o del blando cuero de las abarcas. También venteaba a sudor y a pies. Olía a leña verde, a humo denso, a tierra mojada, a polvo, en definitiva, olía a soldado por todas partes. Tratándose de que La Legión es una fuerza de choque de Infantería pura y dura, el calzado ha jugado un papel importante en la evolución del vestuario, se ha pasado de las primeras albarcas, a las botas con tecnología Gore-tex pasando por las alpargatas, botas de tres hebillas o las cómodas sandalias de cuero llamadas nailas. Igualmente, huelga decir, la sofisticación que en el armamento se ha producido. Desde los primeros fusiles Mauser o Mosquetones a los posteriores modelos de fusiles ametralladores CETME, el famoso - chopo - como lo distinguía alegremente la tropa”. Siguieron con su recorrido temático y Marcial le anunció que estaban en la parte final de la visita, prosiguiendo: “Como verá, para que te guste la geografía hay que viajar mucho. En cambio la historia vive con nosotros, incluso permanece en el mismo sitio toda la vida, se quiera o no, siempre termina por sentarse a nuestra mesa. Las personas son las que hacen la historia y no al revés. He querido dejar para el final lo que considero crucial para que La Legión sea entendible y no es otra que sus héroes y laureados. En la guerra se aprende que una persona corriente se convertía en un valiente si se enfrentaba a un miedo mucho mayor que el miedo a morir, a un miedo capaz de hacerle olvidar la tristeza de su propia muerte. A modo de apunte, le diré que el Ejército Español tiene la más exigente legislación del mundo sobre el otorgamiento de la máxima condecoración al valor, La Cruz Laureada de San Fernando, en sus versiones individual y colectiva. Puede durar años el Proceso Contradictorio que se abre cuando se produce una acción de combate para dilucidar si es merecedora o no de tal recompensa. Pues bien, La Legión, junto con nuestros hermanos de sangre los - Fieles Regulares -, título otorgado por Alfonso XIII, somos las Unidades más laureadas, no obstante, hemos luchado codo con codo en multitud de ocasiones. En esta sala podrá apreciar algunos ejemplos de Laureadas Colectivas que nuestras Banderas consiguieron en la pasada Guerra Civil como en el frente de Toledo, en la batalla del Ebro o en la Ciudad Universitaria de Madrid. Igualmente podrá comprobar algunas condecoraciones individuales como la de D. Fernando Lizcano de la Rosa ganada en acción de guerra en los combates en Sidi-Mesaud de Melilla el 10 de mayo de 1924 o la de D. Manuel López Hidalgo concedida en la batalla del repliegue de Xeruta el dieciocho de noviembre del mismo año”. En la reseña de aquellos héroes que le iba dando pormenorizadamente uno tras otro, Arturo, comprobaba que para un legionario morir en combate era el mayor honor. Reflexionaba y pensaba que las pasiones humanas son un misterio, quienes se dejan arrastrar por ellas no pueden explicarlas y, quienes no las han vivido, no pueden comprenderlas. Hay seres humanos que se juegan la vida por escalar una montaña, hacer puenting o lanzarse en paracaídas. Nadie, ni siquiera ellos, pueden revelar realmente por qué lo hacen. Es el peligro mismo, esa alternancia de esperanza y miedo, la continua inquietud que esas sensaciones mantienen viva en el corazón, lo que entusiasma al aventurero, al montañero y por supuesto al soldado. Para el Oficial, hombre ilustrado y conocedor de su oficio, no había nada que le gustara más que esa precisión de algunas palabras impecables, como - Honor o Valor -, pero debería administrarse bien al recordarlas. En ese momento se le pudo ver como una sonrisa de niño ascendió bajo su piel hasta iluminar su rostro de hombre y con ese semblante prosiguió: “Como le dije, soy hijo de legionario, desgraciadamente él ya no está entre nosotros, pero me dejó su legado como acicate y ejemplo de buen militar. Participó siendo un chaval 68 534 · I-2016 La Legión


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