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MEMORIAL INGENIEROS 91

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 91 I N G E N I E R O S 10 ban (mariscal francés, 1630-1707) codificó los principios de la minería militar que con-tinuaron siendo válidos durante el siglo XIX. Vauban, en lo que él consideraba el primer manual científico de demoliciones, describía un método para calcular las cargas y su emplazamiento basado en las características de la fortificación a atacar y en el efecto deseado. La minería de túnel continuó esporádicamente a lo largo de la era moderna; ejemplos de ello los vemos con Napoleón en Acre (1799), la guerra de Crimea (Sebasto-pol), los hombres del general Grant en la Guerra de Secesión estadounidense (Vick-sburg y Petersburg), la guerra ruso-japonesa (Port Arthur), la Primera Guerra Mundial (el frente occidental y el frente de Isonzo), la Segunda Guerra Mundial (frente ruso) y la guerra de Francia en Indochina (Dien Bien Phu). Más recientemente, los peruanos emplearon minas de túnel para liberar a los rehenes capturados en la residencia del embajador japonés en Lima. Por otra parte, también se sospecha que los norcoreanos podrían utilizar estas técnicas en el futuro, puesto que poseen túneles bajo la conocida zona desmilitarizada (DMZ). En el año 1840 tiene lugar la aparición de trampas explosivas en Occidente durante la guerra de Seminola. Por otra parte, la introducción de los proyectiles explosivos en Oc-cidente durante el siglo XVIII, combinado con la invención del estopín a percusión por el reverendo Alexander Forsythe (Escocia, 1841), hizo posible el consiguiente paso en la evolución de las minas de guerra al mejorar su resistencia a la humedad. Además, los ingenieros militares continuaron incorporando las últimas tecnologías procedentes de la minería civil. En este aspecto se incluyen explosivos más efectivos, como la nitrocelu-losa (1845, Christian Schoenbein, Alemania), la dinamita (1866, Alfred Nobel, Suecia), el ácido pícrico (1871) o el TNT (1902, C. Hausermann, Alemania). Otras mejoras incluyen la ignición eléctrica o galvánica (década de 1850); con la aparición de este tipo de cebos la detonación a la orden de artefactos explosivos vio un gran desarrollo. Durante la Guerra de Secesión estadounidense (1861-1865), las minas y trampas explo-sivas infundieron en el asaltante cierto grado de cautela y prudencia, y causaron daños psicológicos mucho más significantes que las lesiones o bajas producidas. La primera mina incendiaria de la que se tiene constancia data de 1864. Dicha mina fue improvisa-da por soldados confederados cerca de Charleston, posiblemente a partir de munición de artillería fallida que contenía “fuego griego”, disparada por tropas de la Unión. Por otra parte, los soldados confederados desarrollaron y emplearon minas contra tráfico ferroviario de espoleta a presión que fueron capaces de destruir dos trenes de carga en Tennessee. Para contraatacar estas minas contra tráfico ferroviario, el ejército de la Unión improvisó el primer rodillo de desminado, el cual consistía en un vagón situado delante de la locomotora que hacía detonar las minas que se encontraran en la vía. Entre la Guerra de Secesión estadounidense y la Primera Guerra Mundial aparecieron potentes explosivos militares que provocaron un incremento significativo en la letalidad de las minas. Los británicos emplearon minas explosivas durante las guerras Boer en 1901 para proteger las vías de tren y negar determinadas zonas de vadeo al enemigo. En el sitio de Port Arthur, durante la guerra ruso-japonesa de 1904, los japoneses inten-taron abrir brecha entre las minas rusas enviando pelotones de voluntarios suicidas que sacrificaban sus vidas por abrir un pasaje hacia el enemigo. Según se aproximaban a los campos de minas, estos zapadores suicidas veían cómo las fuertes lluvias acaecidas habían dejado al descubierto muchas de las minas.


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