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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 844

posibilidad de un ataque nuclear preventivo. Para cumplir con los objetivos propuestos el gasto en Defensa aprobado para 2015 es de 3.386 billones de rublos, unos 84.000 millones de dólares, lo que representa el 4,2 % de su Producto Interior Bruto, y se ha puesto en marcha un enorme “programa de modernización de armas” que tendrá un coste equivalente a 540.000 millones de dólares. Defensa y la industria militar son prácticamente las únicas instituciones a salvo de la austeridad provocada por las sanciones internacionales. Este año las Fuerzas Armadas de Rusia recibirán los primeros sistemas de armas no desarrollados en la Unión Soviética, sino ya en la Rusia contemporánea. La Fuerza Aérea rusa recibirá en 2015 más de 150 aviones y helicópteros y los avanzados sistemas de defensa antiaérea S-400, S-500 y Pántsir-S. Se espera le entrada en servicio del cazabombardero de superioridad aérea Sukhoi PAK-FA, un caza de quinta generación también conocido como T-50. Hasta 2050 la Armada se dotará con más de 600 buques de superficie y submarinos. El Ejército de Tierra renovará un 70% de su arsenal antes de 2020 con más de 5.000 carros de combate y blindados nuevos, 6.000 versiones modernizadas y casi 14.000 vehículos nuevos. De ellos destaca la plataforma “Armata”, de la que se derivan el carro de combate T-14, el primero de quinta generación del mundo, y los vehículos de combate de infantería, cañones autopropulsados, una plataforma para sistemas de lanzamisiles múltiples, etc. Además la defensa de los intereses nacionales de Rusia en el Ártico es, por primera vez, una de las principales prioridades de las Fuerzas Armadas del país en tiempos de paz. También, por primera vez en la historia, Rusia dispone de más ojivas nucleares estratégicas desplegadas que EE.UU. El desarrollo de las fuerzas nucleares estratégicas es otra de las prioridades nacionales y, tan solo en 2015, van a realizar más de 100 ejercicios para aumentar su operatividad y disponibilidad. Por orden de Putin el componente terrestre de la triada nuclear se equipará antes de 2021 con nuevos misiles balísticos intercontinentales (ICBM), como los RS-26. En este antagonismo militar latente Estados Unidos considera que «A pesar de las aproximaciones y el mayor diálogo entre China y Estados Unidos, ambos mantienen tensiones por las disputas de soberanía de varias zonas del Mar de la China» está perdiendo la guerra de la propaganda. Para el Secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, “Rusia se encuentra en el período más activo de propaganda desde la época álgida de la Guerra Fría”. Cuánto gasta Moscú en sus canales de información es difícil de precisar, pero a pesar de las sanciones ha lanzado un nuevo medio de comunicación global, Sputnik, que se difunde en 30 idiomas desde 130 ciudades del mundo. Por cable y satélite llega el canal de televisión RT, que emite el punto de vista del Kremlin en ruso, inglés, francés, alemán, español y árabe para cientos de millones de personas en todo el globo, una tarea en la que también participan Russia 24, Rossiya 1, Russia K, First Channel y otros. EL DRAGÓN CHINO En 2011 el presidente Obama se dirigió al Parlamento de Australia con un discurso que resonó en toda la región: “al finalizar las guerras de nuestros días, he ordenado a mi equipo de seguridad nacional que convierta nuestra presencia y misión en Asia y el Pacífico en la principal prioridad… Vamos a asignar los recursos necesarios para mantener nuestra fuerte presencia militar en la región. Vamos a mantener nuestra capacidad única de proyectar fuerza y prevenir las amenazas para la paz… Nuestro constante interés en la región demanda nuestra presencia permanente en ella. Los Estados Unidos son una potencia en el Pacífico y estamos aquí para quedarnos”. Muchos presupuestos, mucha estrategia y mucha diplomacia combinados para mantener lo que debería ser un duradero pilar de la influencia y la potencia militar estadounidense en Asia y Pacífico. Pero esta combinación apenas tiene credibilidad para Pekín y Moscú, menos aún cuanto más se acercan sus intereses y profundizan sus relaciones para debilitar a Washington y disputar su liderazgo global. La gran aspirante es China, que bajo el mando de Xi Jinping apuesta por un avance paso a paso, lento, eludiendo confrontaciones y allanando el camino con acuerdos “win to win” basados en la confianza y en el largo plazo. La huella económica y la presencia del gigante asiático son palpables en Asia, África y Sudamérica. Pese a la dura oposición de EE.UU. y Europa la facturación proyectada para 2020 en América Latina es de 500.000 millones de dólares. Según datos del FMI en 2014 el primer Producto Bruto Interno (medido a paridad de poder de compra) ya no es el de los Estados Unidos (16,2 %) sino el de China (16,4 %), cuando en 1980 Estados Unidos representaba el 22,3 % y China tan solo un 2,3 %. Un progresivo descenso frente a un vertiginoso ascenso. Ese estímulo se traduce también en grandes inversiones para proyectarse fuera de sus fronteras, tanto las naturales como las impuestas por la geopolítica. Con los miles de millones de dólares que obtienen en sus operaciones comerciales van a invertir unos 40.000 millones en una nueva “Ruta de la Seda” que llegue hasta Europa, afianzarán sus vínculos con sus vecinos asiáticos proporcionándoles cerca de 30.000 en préstamos e inversiones, pondrán los primeros 50.000 del Asian Infrastructure Investment Bank, institución financiera que tendrá su sede en Pekín, y serán, con unos 100.000, uno de los principales contribuyentes del banco de desarrollo impulsado por los BRICS y que, casualmente, estará en la ciudad china de Shanghái. Especialmente estrecha es, como ya se ha visto, la relación con Rusia. Aliados durante la Guerra Fría, afines en el Consejo de Seguridad de la ONU ante el bloque Occidental, ambas consideran sus vínculos como “estratégicos”, “de beneficio mutuo” o “una necesidad en estos tiempos de dificultades”. Sus líderes mantienen una estrecha amistad y en sus abundantes encuentros han cerrado decenas de acuerdos. La cooperación en determinados aspectos es “pragmática” y “efectiva”. Buenos ejemplos son los esfuerzos por acelerar el proceso de “desdolarización” suprimiendo el dólar en los intercambios mutuos, o en Defensa, una 560 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2015


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