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MEMORIAL INGENIEROS 94

MEMORIAL DE INGENIEROS N.º 94 38TRANSMISIONES CIS Y EW rismo y la ciberdelincuencia, con el objeto de evitar el robo de información sensible y clasificada que pueda poner en peligro los servicios esenciales para la sociedad y para las infraestructuras críticas. La utilización del malware de última generación, que impide su detección con constantes mutaciones, se va generalizando también entre los grupos criminales sin apenas formación tecnológica debido a su sencillo uso, el cibercrimen. En el Concepto Estratégico de la OTAN, aprobado en la Cumbre de Lisboa, los ciberataques se consideran uno de los principales riesgos. La guerra cibernética en la OTAN En el llamado Informe Solana de diciembre de 2008, a los cinco años de la aprobación de la Política Europea de Seguridad y Defensa (PESD) de la Unión Europea, también se consideró necesario incluir esta amenaza entre las principales a tener en cuenta. Durante los días 4 y 5 de septiembre del año 2014 tuvo lugar en Cardiff (Gran Bretaña) la Cumbre de la OTAN formada por los jefes de Estado y de Gobierno de los casi 30 países miembros. La crisis de Ucrania, la anexión de Crimea y la amenaza yihadista condicionaron las sesiones. Pero aparte de los permanentes problemas presupuestarios y la desigualdad en las contribuciones, se enfocó el tema principal hacia la desinversión presupuestaria, o el desfase entre las nuevas formas de hacer la guerra y las estructuras tradicionales de las Fuerzas Armadas. Estos problemas estructurales se han ido postergando en cumbres anteriores para sostener la ficción del consenso. También fue difícil definir las prioridades, pues mientras algunos aliados próximos a Rusia reivindican mayor atención a la defensa colectiva y piden a sus aliados que se desplieguen en su territorio, otros aliados piden a la OTAN que intervenga en los nuevos escenarios de riesgo en Oriente Medio, el Sahel y el Norte de África, e igualmente otros piden que la OTAN acompañe a los EE. UU. en su pivote hacia Asia-Pacífico. Como de costumbre, no fue fácil tomar decisiones ante tan diversas prioridades, no solo por razones presupuestarias, sino sobre todo por la falta de capacidades críticas. Estas capacidades críticas en las que la necesidad de invertir es prioritaria son: la defensa antimisiles, la ciberdefensa, las operaciones especiales y la inteligencia. Lamentablemente, la opinión pública de las naciones no es consciente de que su nivel de bienestar está ligado a su seguridad. Hace falta más «ilustración cibernética» para comprender cómo funciona hoy el poder y la dominación. En particular, España, dada su difícil situación económica y su abrumador nivel de paro, no alcanza el 2% de su PIB en gasto de defensa que señala la OTAN, ni tampoco al 20% del anterior, para dedicarlo a la adquisición y desarrollo de las capacidades críticas. No obstante, en España se ha creado recientemente el Mando de Ciberdefensa, dependiente del Ministerio de Defensa, y también existen organismos especializados en la protección de nuestras infraestructuras críticas, como el CNPIC, del Ministerio del Interior, o el CCN-CERT, del INI, que vela por la ciberseguridad de los organismos de la Administración, entre otros. Se hace apremiante tomar decisiones ante el nuevo enfoque de «regionalización» de riesgos adoptados en Cardiff. Aunque la OTAN cuenta con infraestructura y medios propios para llevar a cabo la guerra cibernética, la defensa cibernética es regional, y es responsabilidad de cada aliado defenderse a sí mismo. La prioridad de la OTAN es defender sus propias redes. La ciberdefensa es una responsabilidad nacional.


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