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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 123

MARIANO CUESTA DOMINGO serían obra de gentes procedentes de lo que actualmente se llama Portugal y España, Inglaterra, Francia, Holanda y Rusia, sin olvidar los logros de los países nórdicos y las aportaciones de las ciudades-república italianas. Sobre el trasfondo de estas empresas, fruto esencialmente del genio colectivo, resaltan también sujetos concretos y muy activos. Sin la interacción de ambos genios —el colectivo y el individual— no sería posible el proceso. Tampoco sin la mezcolanza, acumulativa y creadora, de las sucesivas aportaciones particulares, a veces tomadas mutuamente en préstamo con lealtad, otras, por apropiación desleal. En correspondencia con esta fecundidad en sucesos singulares, como hemos dicho más arriba, la era de la expansión europea ha dado lugar a muchas conmemoraciones (3). Mapas (cartografía)… Así pues, en los descubrimientos y exploraciones se hallará una mena inagotable de centenarios y aniversarios. Hemos citado al Infante y al Descubridor, pero podríamos mencionar a una pléyade de otros prohombres. Que yo recuerde, el primer congreso al que asistí, celebrado en Sevilla, se centraba en Bartolomé de Las Casas, y el último, desarrollado en Madrid, en Mercátor. Antes hubo otros, de entre los que yo destacaría el del Infante, sobre todo porque, clausurados los actos solemnes, de los que ya nadie se acuerda, quedaron algunas excelentes obras, entre otras la Portugaliae Monumenta Cartographica y la Monumenta Henriquina. Pronto llegarán nuevas conmemoraciones —sin ir más lejos, el año próximo nos aguarda la del descubrimiento del Pacífico—, y así sucesivamente, sine die, en un «bucle melancólico », que podría decir jon juaristi. Pues bien, relacionadas con estos asuntos hay dos materias que resultan especialmente objetivas, al menos en apariencia, como testigos de la Historia: la cartografía histórica, como mercatoriana ventana de la historia, y la toponimia, susceptible incluso de convertirse en objeto de empecinada polémica de sustrato político. La cartografía como testimonio es inamovible, es reflejo de una realidad geográfica y política, es un testigo estático de un momento concreto. Ello no obsta para que a su sombra se hayan librado conflictos de intereses y haya sido objeto de deformación y manipulación intencionadas. De algún modo, y en cierta medida, el arte de trazar mapas también se vale de herramientas retó- (3) y, al socaire de ellas, a esas invectivas antieurocéntricas a que antes nos hemos referido, las cuales, con todo lujo de probanzas desde fines del XX y en el siglo XXI, fuera de contexto incoan una causa general a sucesos ocurridos cientos y hasta miles de años antes, protagonizados por gentes cuyos valores y mentalidad eran los propios de su tiempo y, como no podía ser menos, absolutamente ajenos a los de quienes hoy actúan como sus jueces retrospectivos. Así ha sucedido en un sinfín de regiones oceánicas y continentales, especialmente durante la edad moderna, que actualmente necesitan de otra mirada más indulgente que permita contemplar los hechos desde su justa perspectiva. 42 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 123


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