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MEMORIAL INFANTERIA 67

MISCELÁNEA soldados quedaron apiñados. Mal resguardados, eran presa fácil de la artillería naval de los Estados. Que las tropas españolas no quedaran hechas picadillo se lo agradecen a la intervención de María. En relación con esto Kuijer se refiere a “una leyenda que ha quedado recogida hasta en las obras históricas españolas”2. Lo que me llama la atención en esta cita son las palabras “hasta en” utilizadas por Kuijers. Con ellas parece sugerir que la leyenda ha tenido que cubrir una gran distancia hasta quedar finalmente consignada por escrito en España. Pero la Guerra de los 80 Años es, bajo el nombre de Guerra de Flandes, también parte de la historia de España. Mucho se sabe de las aventuras y desventuras de los regimientos (tercios) que la potencia mundial que era España desplegó en nuestra región3. Entre España y las posesiones del norte había un intenso tráfico militar. ¡Allí había que luchar! La zona era “en primer lugar un teatro de operaciones militares”4. Las provincias, igual que Italia, se convirtieron en la escuela en la que se formaban los experimentados soldados españoles. Los españoles iban y venían, y así es cómo la historia de Empel ha tenido que llegar “automáticamente” a España. ATENCIÓN ESPAÑOLA En “obras históricas españolas” de distinta naturaleza se recogen tanto los hechos de guerra de Empel como la intervención de María allí sucedida. Los acontecimientos descritos se desarrollaron de acuerdo con lo sabido a través de fuentes holandesas5. Las contribuciones españolas (y holandesas) se remontan frecuentemente a la crónica del testigo ocular Alonso Vázquez6. En las tropas de Bobadilla servían soldados muy experimentados: “la flor del ejército español”7. Algunos ya habían participado anteriormente en la victoria de Lepanto (1571). El Tercio de Bobadilla se formó en 1581. Había luchado en diversos puntos del sur de Europa antes de llegar en 1583 vía Saboya, Borgoña y Lorena procedente de Génova8. La aventura de Bobadilla en el Bommelerwaard es, a ojos de los Estados rebeldes, una empresa incomprensible. Esta “Isla del Bommel” es fácil de proteger simplemente rompiendo unos cuantos diques. Y eso es lo que hizo el Conde Philips de Hohenlohe. El agua obligó a los hombres de Bobadilla a abandonar la zona de Driel, Rossum, Hurwenen y Heerewaarde. En Empel las tropas descubrieron el 3 de diciembre de 1585 que un lago de 7 km les separaba de la seguridad de ‘s-Hertogenbosch. Un mensajero acudió en un bote a pedir ayuda a los habitantes de esta ciudad. Las escaramuzas prosiguieron los días 4, 5 y 6 de diciembre. Desde sus barcos los Estados realizaban fuego pesado contra los rodeados españoles, y el 7 de diciembre “la situación era desesperada para los sitiados”7. Hacía frío, faltaban combustible y sitio donde guarecerse, y no quedaba nada de comer. Para protegerse de los ataques y del viento, cada vez más frío, los soldados españoles levantaron un terraplén en torno a la iglesia de Empel. 92 Entre tanto las tropas de los Estados, situadas al otro lado del agua, estaban seguras de sí mismas. Incluso habían despejado terreno para acoger a un gran número de prisioneros de guerra españoles. Pero no contaban con la ayuda de la Madre de Dios. Durante la construcción del terraplén un soldado español desenterró una pintura con una imagen fresca e intacta de la Inmaculada Concepción. El hallazgo se interpretó como una señal de las alturas. Entonces las tropas amenazadas colocaron inmediatamente a María en la iglesia de Empel, tras lo que rezaron pidiendo una solución bajo la dirección del Padre Fray García de Santisteban. Dentro de los muros de la ciudad los habitantes de ‘s-Hertogenbosch se sumaron a las plegarias, rogando ayuda a Dios mientras llevaban a María en procesión el domingo 8 de diciembre. La ayuda llegó el mismo día en forma de fuerte helada. Hacía un frío como nunca se había visto (“el frío más extraordinario que jamás se vio”)7. Según una fuente española, por consejo del Conde Karel van Mansfeld (1543-1596), se hizo traer de ‘s-Hertogenbosch personas y material pesado, tras lo cual pudo abrirse fuego contra los Estados. Los soldados de los Estados se dieron a la fuga, pero las botas se les atascaban en el hielo. Ahora eran presa fácil de los españoles, que prendían fuego a los barcos o los tomaban. Después llegó el deshielo, y dos días más tarde los supervivientes, cansados y atormentados por el tiempo, se encontraban a salvo en ‘s-Hertogenbosch. Parece ser que la imagen de María viajó de ‘s-Hertogenbosch a España vía Bruselas. CONEXIÓN CON MARÍA Los experimentados regimientos de Bobadilla ya tenían una fuerte conexión con la Santa Virgen. En el nacimiento de esta relación entre los “terceros viejos” y María tuvo un gran papel la Batalla de Lepanto en 1571. El 7 de octubre de aquel año una alianza formada por España, Venecia y la Santa Sede (la Liga Santa) logró vencer en batalla naval a la flota turca. La batalla tuvo lugar frente a la estrecha entrada (Estrecho de Lepanto) del Golfo de Corinto. Los católicos estaban liderados por Don Juan de Austria (1547-1578), hijo natural de Carlos V y Bárbara Blomberg, medio hermano por tanto del rey Felipe II. Por lo demás, otra persona conocida en nuestro país participó en la contienda: Alejandro Farnesio, Duque de Parma. Su madre, Margarita de Parma, era, como hija natural de Carlos V y Jeanne van der Gheynst, medio hermana de Felipe II y Don Juan de Austria. El Imperio Otomano, regido en 1571 por el sultán Selim II (1566-1576), se había convertido en una gran potencia. El Papa Pío V se esforzó enormemente en la creación de un ejército que pusiera fin a esta amenaza. Tras la batalla de Lepanto, el líder supremo de la Iglesia Católica atribuyó la victoria al rezo del Rosario. A fin de cuentas, estos rezos habían hecho que durante el combate se desatara un viento favorable a la alianza católica. Hombres que sirvie


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