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MEMORIAL INFANTERIA 67

MISCELÁNEA 97 boquetes que tenían abiertos: este valor sin igual presagiaba el triunfo; a las cinco de la tarde, después de todos sus esfuerzos, hubieron de abrir brecha, no pudiendo lograrlo antes, a pesar de la debilidad de las tapias, a causa del incesante fuego de las tres compañías destinadas a la defensa, que impidieron el que acertasen tres tiros en un mismo punto. Llegó la noche, y el enemigo no intentaba practicar la brecha, y se pasó con la mayor vigilancia sobre la contrabrecha que se perfeccionó durante la noche, haciendo otros trabajos que eran muy del caso para resistir un nuevo ataque, como era de esperar, y tanto deseaban nuestros valientes. Amaneció el 4, y noté que no existía la artillería enemiga ni la facción: inmediatamente mandé que la compañía de zapadores con otra de infantería fuesen a destruir la batería, lo que verificándolo con premura, a causa de haberse vuelto a presentar la facción navarra que marchaba hacia Onraita, quedando los que bloqueaban ocupando los mismos puntos que no abandonaron hasta la llegada de V. E. Nuestra pérdida en esta gloriosa defensa consiste en un sargento y dos soldados muertos de bala de cañón, dos heridos y seis contusos de bala de fusil; la del enemigo en un oficial, cuatro artilleros y cuatro paisanos muertos, y 27 heridos que llevaron al pueblo de Apellániz. Yo, Excmo. Sr., que constantemente he permanecido en el punto atacado, he visto con admiración el valor con que se han portado estos valientes. Todos son dignos de recompensa, particularmente los individuos de las tres compañías de Borbón, destinadas a la defensa, los artilleros y compañía de zapadores; pero faltaría a la justicia si no recomendase a V.E., como recomiendo, al valiente capitán graduado de teniente coronel de la 3.ª compañía D. Antonio Frías, y al subteniente de la misma D. Ambrosio Álvarez, al teniente D. León González, y al sargento 1.º con grado de subteniente de la misma D. Santos Pierriahini; a los subtenientes de la 4.ª compañía D. Ramón Vázquez, y al intrépido D. Pío Aces, al sargento 2.º de la 6.ª compañía Mariano Fraile, y al soldado de la 3.ª compañía Mariano Calvo; también es muy digno de la consideración de V.E. por el valor con que se portó en dicho día el subteniente de celadores de Álava D. José Entrena. Todo lo que participó a V.E. para que se digne proponer las recompensas que juzgue oportunas”. El 15 de abril el general don Luis Fernández de Córdoba daba parte al ministro de la Guerra de los siguientes hechos: “Según anuncié a V. E. en mi oficio del 5, a las doce de aquel mismo día salí de esta ciudad (Vitoria) con el objeto de salvar la guarnición de Maestu, haciendo al mismo tiempo una falsa demostración por el camino de Salvatierra, la cual alucinó al enemigo, que se hallaba en fuerza sobre la sierra, y le hizo bajar los puertos con toda su caballería, de suerte que pude yo ganar a Maestu por caminos desusados, sin el menor contratiempo, y poniendo en precipitada retirada a los batallones rebeldes que habían quedado en Apellániz y Mecha, bloqueando el expresado punto, los que advertidos como siempre de nuestros movimientos, se replegaron unos por Bernedo y los otros por Ornaita. Yo llegué al fuerte a las dos y mi retaguardia a las cuatro de la mañana. Acabé de emplear el día en destruir las obras del fuerte y del castillejo contiguo, y en evacuar los almacenes de víveres, municiones y demás efectos, los que así como la artillería, los enfermos y hasta el proyectil mismo arrojado por el enemigo, cargué en las pocas acémilas que llevaba, y entre la tropa que se prestó gustosa a este penoso servicio.” El día 7 de abril el general Fernández de Córdoba, comandante general de las Provincias Vascongadas, publicaba la siguiente Orden General alusiva a los defensores de Maestu: “La guarnición de Maestu se ha hecho digna del aprecio de la Reina nuestra Señora, de la admiración y gratitud de la patria. Durante 15 meses de continuo sitio o bloqueo ha visto estrellarse contra sus débiles fortificaciones los perseverantes esfuerzos del enemigo, ha sufrido con heroica constancia las mayores privaciones y fatigas. En completa incomunicación con todas partes, ha sacrificado a su Reina y a su patria todas las afecciones privadas del ciudadano; un solo desertor, un solo hombre débil o cobarde no ha empeñado la gloria de sus brillantes armas: la disciplina se ha conservado en toda su pureza: oficiales, sargentos y soldados, todos han rivalizado en bravura y decisión: todos se han hecho merecedores de que el ejército los conozca como el verdadero modelo de las virtudes que siempre le caracterizaron. Su noble ejemplo no puede dejar de excitar la admiración, y de hallar imitadores entre los militares españoles. Para hacer justo homenaje al relevante mérito de dicha guarnición hasta donde alcanza mi autoridad, y mientras imploro de S.M. las debidas recompensas, he resuelto: 1.º Dar las gracias en nombre de S. M. y del Excmo. Sr. General en jefe del ejército, al gobernador, señores jefes, oficiales, sargentos y tropa de la benemérita guarnición de Maestu, y que esta orden se publique en la general del ejército que opera en las provincias de mi mando, hasta que el Excmo. Sr. General en jefe mande hacer extensiva a la de todo el ejército del Norte. 2.º Que el gobernador y los jefes de la guarnición me pasen con toda brevedad noticia de las personas y acciones más sobresalientes, para que recaiga sobre ellas la debida recompensa y estímulo. 3.º Que el primer día que formen las tropas de aquella guarnición con las que se hallan a mis inmediatas órdenes en la ciudad de Vitoria, y a presencia de su vecindario, pasen formadas en columnas con distancia por delante de todos los cuerpos, y que éstos, con las armas presentadas y banderas desplegadas, saluden a tan bizarros compañeros de armas a la voz de sus respectivos jefes por la aclamación de viva la guarnición de Maestu, honor a sus virtudes”.


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