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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2015

TEMAS GENERALES puerto más conveniente sería el de Santa Cruz de Tenerife, pues señalaba que el Puerto de la Luz era demasiado vulnerable no solo por el istmo de menos de 200 metros que lo exponía al doble fuego enemigo desde las bahías de El Confital y La Luz, sino también por sus aguas poco profundas, que facilitaban el fondeo de torpedos enemigos (13). Pero en realidad, el Puerto de la Luz no era tan vulnerable, pues cualquier barco que pretendiera bombardearlo se expondría al fuego de las baterías de costa situadas en La Isleta y los torpedos podrían ser neutralizados por las defensas submarinas (14). En cuanto a la conveniencia de situarlo en Lanzarote, en El Río, ya había sido propuesta con anterioridad en 1860 por el político e historiador José Agustín Álvarez Rixo. Además, el escritor y periodista Agustín de la Hoz señaló que ya en 1902 una junta técnica del Ministerio de la Guerra resaltó sus apropiadas condiciones naturales para tal fin, al igual que lo hicieron, al año siguiente, el ayudante de Marina y los alcaldes de Lanzarote en una instancia dirigida al presidente del Consejo de Ministros (15). El propio Cabildo Insular de Lanzarote hizo una petición el 12 de septiembre de 1913. Las nuevas concepciones tácticas y estratégicas, derivadas de la vertiginosa sucesión de innovaciones tecnológicas experimentadas por las flotas de guerra, hicieron que se cambiara la propuesta de construir varias estaciones de torpederos por la de una base de submarinos a partir de la Gran Guerra, comenzando así la segunda etapa. Durante esta contienda, aunque España permaneció neutral, tuvieron lugar grandes cambios en la concepción de la guerra naval que influyeron en los programas navales españoles. Los éxitos de los submarinos alemanes contra los grandes buques de superficie obligaron a tomar medidas frente a esta nueva amenaza. Estos cambios influyeron decisivamente en los proyectos del ministro de Marina, Augusto Miranda. Uno de sus proyectos, el tercer programa naval, aprobado en 1915, tenía previsto un servicio de submarinos, que marcaría el inicio de su utilización por la Armada española. De hecho, uno de ellos, el Isaac Peral, llegó a Las Palmas en 1917 procedente de Estados Unidos; no obstante, esto no significó la construcción de ninguna instalación naval en Canarias ni el despliegue de las nuevas armas en el archipiélago, cuya defensa siguió confiada a las fuerzas del Ejército (16). Si después de la derrota de 1898 las prioridades geoestratégicas españolas se habían centrado en el eje (13) GONZÁLEZ DE MESA, Felipe: Consideraciones acerca de..., pp. 10-18. (14) FERRERA JIMÉNEZ, José: Historia del Puerto de la Luz y de Las Palmas, 1988, pp. 86-87. (15) GUIMERÁ RAVINA, Agustín: Puertos de refugio y bases corsarias en el Atlántico: El Río de Lanzarote según un testimonio del siglo xIx, 1995, pp. 113-135. (16) Sobre el tercer programa naval de Miranda, véase: DÍAZ DEUS, Jaime: Los programas…, pp. 18-21. 202 Marzo


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