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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2015

RUMBO A LA VIDA MARINA Las aves filtradoras, como estos flamencos, trasiegan una gran cantidad de agua. En el pico tienen una especie de cedazo (como las ballenas de barbas en su boca). En él quedan retenidas las pequeñas criaturas del plancton que les sirven de alimento. (Foto del autor). gusanos y demás parentela) fue de 60 millones al año. El cálculo es para cada una de las hembras, claro. Esta exorbitante cantidad nos conduce a que solo una mortandad masiva en el biotopo planctónico permite el mantenimiento y la armónica distribución de las demás especies en la pirámide alimenticia marina. Pero si en las condiciones que hemos visto alguna especie marina presentase cualquier retraso o déficit en su reproducción, también se extinguiría indefectiblemente. Ambos extremos, pues, son la cara y la cruz de la vida en la mar, y no hay que darle más vueltas. Por eso la relación entre el microplancton producido y su ordenada desaparición se debe mantener constante; y así fue desde el principio de los tiempos, hasta que llegó el hombre con su avanzada tecnología esquilmando los más altos escalones de la cadena alimentaria marina. Dejaremos esta desfeita para más adelante. Conformémonos por ahora con recordar que los diminutos seres marinos son en extremo prolíficos, como hemos visto, pero también muy frágiles, y que el hecho de que todos se coman unos a otros constituye su principal factor de equilibrio vital. Veamos: un simple mejillón filtra una media de 1,5 litros de agua a la hora. Y siguiendo este ritmo, se calcula que en un día atrapa 100.000 individuos planctónicos. Asomaos a la ría de Pontevedra y calculad la de mejillones que hay en las bateas. Por otra banda, calculad la de vidas que salvamos cuando 2015 311


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