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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2015

TEMAS GENERALES aire libre, al natural. Otro grupo de autores, el formado por R. Monleón, Siles Badía, J. Bárbara, Caula, Arias Salgado, Brugada, traían en sus cuadros, además de la belleza, las «cosas» y, como cantaba el coro de marineros de la Gran Vía, «esa vida que adoramos, que es la vida de la mar». Era la versión que Eugène Boudin (1824-1898), de arraigada saga marinera, había abierto años antes cuando buscaba en su pintura no un objeto concreto, sino la atmósfera particular de un determinado espacio. Pero esta extensa y cautivadora criatura, la mar, trajo también a la sazón un irresponsable ardor guerrero, seguido de amargura y desencanto, e incluso aversión a la mar y a la Armada en nuestra España finisecular por las noticias e informaciones gráficas (fotografías, pinturas dibujos, grabados, etc.) que llegaban desde la España ultramarina. Aquellas hoy amarillentas fotografías de los puertos donde, al son de La Marcha de Cádiz o del Himno al Baler, las enfervorizadas muchedumbres despedían a nuestros marinos y soldados que partían hacia el Caribe o las Filipinas, se complementaban con pinturas o dibujos de nuestros maltrechos y anticuados buques, que lucharían contra la más poderosa escuadra del mundo. Es justo aquí mencionar a los extraordinarios dibujantes, pintores e ilustradores marinistas que plasmaron grandes o pequeñas acciones de mar y guerra en La Ilustración Española y Americana. A modo de resumen… con anónimos Del peso que la fotografía había adquirido en las postrimerías del siglo XIX da fe aquella inoportuna solicitud del periodista norteamericano W. Hearst a sus informadores gráficos en las colonias: «ustedes pongan las imágenes, que yo pondré la guerra…». Ciertamente, no debía estar «el horno para rollos» entre la población hispana colonial como para andar tomando fotografías; quizá por ello la información fotográfica que ha llegado a nosotros es discreta. No obstante, no faltaron entonces artistas que «contaban la historia» con su arte. Reflexiono sobre algunas obras anónimas. Existe un pequeño óleo de 22 x 15,5 cm (con firma ilegible) del crucero Don Juan de Austria pintado al natural, fondeado en Zamboang, en 1896. El verde esmeralda de la mar llana, junto al más claro azul verdoso del cielo y los farallones coralinos, sitúan al espectador en la belleza y quietud del Pacífico filipino en una rápida impresión monocolor solo alterada discretamente por el casco blanco de la corbeta de tres palos (por cierto, mucho más airoso que como quedó después de la rehabilitación norteamericana, con un palo menos y sin bauprés). Apagado de máquinas (había que ahorrar carbón). ¿Un descanso entre descubiertas?, ¿una reparación de fortuna? Pero el ancla fondeada no trabaja bien y, tal vez, mientras el autor pintaba, la gente acudiría al castillo para enmendar la maniobra. 2015 231


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