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LA LEGION 529

Reportaje Central << LXXV ANIVERSARIO DISCURSO DEL CORONEL JEFE DEL TERCIO “D. JUAN DE AUSTRIA” … « Hoy nos hemos reunido en este patio de armas para conmemorar el LXXV Aniversario de la Fundación del Tercio Don Juan de Austria (3º de La Legión) que en 1939 se constituyó como nueva unidad en el seno de la ya entonces, valerosa, valiosa y polivalente Legión. Sin embargo los Tercios habían surgido mucho antes y habían ganado gran gloria y mucha fama cuando, allá por el Siglo XVI, combatían y vencían al servicio de una España en la que no se ponía el sol. Los Tercios se hicieron especialmente conocidos y temidos en los campos de batalla europeos donde sus experimentados y curtidos soldados derrotaban a todo ejército que se pusiese al alcance de sus picas, ballestas y arcabuces; combinación de armas que constituyó una importante innovación para la época y que se reveló de gran efi cacia en el combate. Por ello esta combinación de pica, ballesta y arcabuz fue elegida, cinco siglos después, para constituir el emblema de La Legión. Como herederos de aquellos Tercios Imperiales, los Tercios de La Legión, además de su numeral, recibieron como denominación el nombre de algunas de las más insignes fi guras militares que tanta gloria dieron a España en aquel Siglo de Oro: el Gran Capitán, el Duque de Alba, Alejandro Farnesio, correspondiendo al Tercer Tercio el sobrenombre de Don Juan de Austria. Por ello creo que, la presente celebración merece y obliga a recordar algunos de los hechos que atañen a tan ilustre personaje. Al nombrar a Don Juan de Austria probablemente lo primero que se nos viene a la cabeza es la batalla de Lepanto. El siete de octubre de 1571, Don Juan condujo a la victoria a la armada de la Liga Santa – formada por los Estados Pontifi cios, Venecia y España – derrotando con contundencia a una, hasta entonces, temible armada turca que, además, contaba para la ocasión con más hombres y barcos. El éxito de la liga se debió, entre otras razones, a las innovaciones introducidas por Don Juan que embarcó en sus galeras a un buen número de tropas de Infantería. Estos primerísimos infantes de marina jugaron un papel decisivo en los combates. Por una parte, con sus arcabuces, batían las cubiertas de las naves turcas cuando estas intentaban aproximarse y por otra, cuando la situación era propicia y las tripulaciones enemigas fl aqueaban, las tropas embarcadas apresaban al asalto las naves turcas. Los turcos comenzaron el combate con 210 galeras de las cuales 170 fueron apresadas por la armada de Don Juan. Miguel de Cervantes, que participó y fue herido en Lepanto, siempre se sintió muy orgulloso de haber tomado parte en la batalla, tanto, que en una de sus obras “Las novelas ejemplares” se refi ere a ella como «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros». Sin embargo no nos extenderemos sobre Lepanto por dos razones. La primera por ser gesta sufi cientemente famosa y conocida y la segunda por tratarse de un combate naval. Preferimos, siendo el Tercio una Unidad que combate en tierra fi rme, recordar una batalla terrestre igualmente gloriosa y meritoria. Se trata de la batalla de Glembloux que tuvo lugar el 31 de enero de 1578 en las posesiones españolas de Flandes. Los Estados Generales de los Países Bajos, que no aceptaban el poder de Felipe II reclutaron un ejército para acabar con el dominio de la corona española. Las fuerzas rebeldes bajo mando de Guillermo de Orange ascendían a 25.000 hombres mientras las españolas, dirigidas por Don Juan rondaban los 17.000. Guillermo de Orange creyó que, ante esta evidente superioridad numérica, los españoles, que además se encontraban en tierra hostil, se retirarían y evitarían el combate en campo abierto. Sin embargo Don Juan de Austria no estuvo de acuerdo con tal planteamiento y pensó, más acertadamente como pronto se vio, que aunque contaba con menos soldados, estos eran mucho mejores. En cuanto comenzó la batalla pudo comprobarse que Don Juan estaba en lo cierto y Guillermo en un terrible error. Las fuerzas españolas lejos de rehuir el combate buscaron el encuentro con el enemigo y pronto localizaron su retaguardia. La caballería española sin esperar un segundo lanzó un primer ataque que causo cierta sorpresa y desorden en las fi las fl amencas que como ya se ha dicho no esperaban ser atacadas y menos con tan rápida acometida. Pero la mayor sorpresa estaba aún por llegar. Los soldados de Infantería de los Tercios Viejos siguieron, a paso ligero, la ruta y ejemplo de la Caballería. Tan ligero fue el paso que los infantes llegaron casi al mismo tiempo que los caballos asestando al enemigo un segundo y defi nitivo golpe. Según los cronistas de la época los infantes españoles llegaban algo fatigados del paso acelerado que traían pero enseguida se lanzaron a la lucha “con tal empeño que acabaron de desbaratar al enemigo que solo pensaba en huir”. En hora y media el Ejército de los Estados Generales fue completamente aniquilado, las bajas de las fuerzas fl amencas ascendieron a más de nueve mil hombres mientras que los españoles tan solo perdieron veinte. Los legionarios del Tercio Don Juan de Austria son como aquellos soldados de los Tercios Viejos, siempre listos para el combate, embarcados como en Lepanto o a la carrera como en Gembloux, su preparación y fe en la victoria les hacen valer por diez. El Tercer Tercio en esta andadura de 75 años ha tomado parte en un buen número de operaciones siempre en los lugares y situaciones de mayor riesgo y fatiga. En su primera etapa, desde 1940 a 1975, permaneció ininterrumpidamente durante 35 años en tierras africanas defendiendo los intereses de España. Más recientemente sus unidades han sido proyectadas a diversos escenarios de confl icto (Bosnia, Kosovo, Macedonia, Afganistán, Irak, Líbano, Malí) para tomar parte en operaciones de apoyo a la paz auspiciadas por la comunidad internacional. Pero lo hecho, hecho está y ya es historia. Ciertamente debemos recordar el pasado pero más ciertamente aún debemos pensar en el futuro. Por ello y teniendo presente el ejemplo de los que nos precedieron, ahora queremos y debemos ir a por más. Debemos y queremos afrontar nuevos retos. Queremos y debemos pedir ser empleados en cualquier escenario donde las fuerzas españolas tengan una misión que cumplir. Debemos y queremos ser la primera unidad a disposición del Mando para defender los intereses de España cuando y donde sea necesario.» … 529 · IV-2014 39


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