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EJERCITO DE TIERRA SEPTIEMBRE 2016

los atentados de París), que puso las piezas en el tablero exactamente donde quería tenerlas el Kremlin. El acuerdo de seis puntos8 firmado por las 20 potencias participantes en el International Syria Support Group (ISSG) supuso una luz verde para la segunda fase del plan militar ruso, en cuyo diseño Alepo se configura como el centro de gravedad de la oposición. Como ya se avanzó en un artículo anterior, el valor de Alepo, la mayor ciudad de Siria, reside en su carácter de encrucijada de las dos grandes vías de comunicación que articulan la parte útil de Siria: las carreteras M4 y M5, que unen Latakia en la costa mediterránea con Alepo, y Damasco con Alepo, respectivamente9. Durante los meses de enero y febrero de 2016, los esfuerzos del ejército sirio por tierra, apoyado por la Fuerza Aérea rusa, se han centrado en recuperar el control de Alepo, hasta el punto de que a principios de marzo la ciudad ya no era utilizable para la oposición, para la filial de Al Qaeda (frente Al Nusra) ni, por supuesto, para el Dáesh. Así las cosas, con la iniciativa militar recuperada por el régimen de Damasco, Turquía prácticamente bloqueada, la oposición apoyada por Occidente bajo presión y el Dáesh y Al Nusra designados como el enemigo de todos, los EEUU y Rusia acordaron bilateralmente (confirmando el escaso papel que queda en este conflicto para 26  REVISTA EJÉRCITO • N. 905 SEPTIEMBRE • 2016 la Unión Europea y para la OTAN) una «tregua» que entró en vigor el 27 de febrero, como paso previo para un acuerdo de más alcance. Esta suspensión de hostilidades afecta a las fuerzas de la oposición «patrocinadas» por EE UU y sus aliados occidentales, pero excluye al Dáesh y al frente Al Nusra. A partir de este momento, el Kremlin inició la tercera fase de la operación: la desescalada. Para que no se confundiera con una retirada, el 14 de marzo el presidente Putin hizo pública su orden de iniciar el repliegue de sus fuerzas garantizando dos cosas: el control sobre el puerto de Tartus y el aeropuerto de Latakia, y la capacidad de escalar «en cuestión de horas» la presencia rusa en Siria si las cosas no se desenvolvían como se esperaba. Para asentar más esta idea, el portavoz del Estado Mayor ruso, el general Sergei Ruskoy, afirmaba al día siguiente que Rusia seguiría atacando «terroristas en la región mediante ataques aéreos»10. Esta reducción de fuerzas en Siria se ha traducido en el regreso a casa de al menos 15 plataformas aéreas: cinco Sukhoi 34, cuatro Sukhoi 25, un Sukhoi 30 y al menos cinco aeronaves más de distinto tipo abandonaron el país a mediados de marzo. Sin embargo, el dispositivo de defensa aérea basado en el sistema S-400 permanecerá en Latakia proporcionando el paraguas necesario para ejecutar o retomar operaciones cuando se necesite. La mezquita de los Omeya en la ciudad de Alepo en abril de 2016


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