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EJERCITO DE TIERRA SEPTIEMBRE 2016

se hizo inevitable. Así, antiguos combatientes de Al Qaeda, combatientes yihadistas de todo el mundo, incluidos rusos del Cáucaso y, sobre todo, cuadros profesionales suníes del antiguo ejército de Sadam Hussein constituyeron, bajo el manto de Al Baghdadi, lo que ha venido en convertirse en el representante de la Sunna: el Dáesh. Pero si los objetivos políticos y estratégicos rusos están claros, los de los norteamericanos (y resto de occidentales) son difusos y cambiantes12 y los de los actores locales claramente definidos; ¿cuáles son los objetivos del Dáesh? ¿Cómo los va a conseguir? ¿Con qué medios? En definitiva, ¿cómo es el diseño operacional del EIIL? Como describe el analista de política internacional Xavier Servitja, la línea estratégica del Dáesh se resume en dos palabras: permanecer y expandirse, presentes en el lema de la organización13. Se trataría, en un primer momento, de ocupar la mayor cantidad de territorio útil con el objeto de obtener recursos económicos y humanos para permitir la implantación violenta de una forma política neo imperial (el califato) con vocación universal. En segundo lugar, aprendidas las lecciones del fracaso de 2007-2011, el Dáesh busca permanecer. Esto es, su actuación pasa por dos fases diferenciadas por el objetivo perseguido: en un primer momento persiguen los recursos económicos existentes en las ciudades y centros petrolíferos y en la vías de comunicación que les permiten explotarlos y, una vez obtenidos estos, ponen el foco en la población civil, en el más puro estilo COIN. Para ello ha creado una estructura político-administrativa en las provincias ocupadas en cuyo sistema penal se enmarcan las brutales ejecuciones de civiles y combatientes no afines y el resto de acciones salvajes como la destrucción de patrimonio cultural, el exterminio de cristianos y de musulmanes no suníes, etc., etc. No es descabellado afirmar que el Dáesh está aplicando un «enfoque integral» a su esfuerzo político, de manera que todas las acciones inhumanas que escandalizan a Occidente y a buena parte del mundo civilizado se inscriben en una lógica totalmente racional, incluidas las acciones terroristas en Europa. Pues bien, si continúan desarrollándose los hechos con un patrón similar al descrito en estas líneas, es muy probable que el escenario futuro pueda caracterizarse por los siguientes rasgos: Rusia seguirá ejerciendo de árbitro de la 28  REVISTA EJÉRCITO • N. 905 SEPTIEMBRE • 2016 situación, de manera que no ocurrirá en la región nada contrario a sus intereses, que a fecha de hoy pasan por la permanencia de Bashar al-Asad en el poder. Irán se afirmará como el actor regional más influyente en Siria, y Hizbulá en el Líbano. Si esto es así, por un mero sistema de equilibrios, los saudíes buscarán compensar este fenómeno intentando recobrar la pieza del Yemen, hoy disputada. Abriendo el foco, y en el plano de la rivalidad Rusia-Occidente, es probable que el evidente éxito de Moscú intente ser compensado por las potencias occidentales en algún otro teatro regional en el que Rusia sea vulnerable o sensible, como pudieran ser el Cáucaso, Moldavia-Transdnistria o incluso los países bálticos y sus minorías rusas. La economía, y su gran componente, la energía, también pueden constituir el escenario elegido para castigar a Rusia. El efecto contrario, esto es, el intento de cerrar la carpeta «castigar a Rusia» como defiende Kissinger14, también está dentro de lo posible. Dependerá de la nueva Administración americana. En el terreno militar y cuando las tropas leales a Bashar al-Asad, con apoyo ruso, iraní y de Hizbulá recuperan Palmira y se proponen recuperar Alepo, es probable que el Dáesh se repliegue hacia Irak (triángulo suní), donde nació y de cuyo antiguo ejército se nutre de cuadros y armas. Allí puede comportarse como el «representante de la Sunna», de manera similar a cómo se comporta Hizbulá respecto a la chía. No es descartable que si se priva al Dáesh de espacio y oportunidades en Siria y posteriormente en Irak, y se le impide implantar políticamente un califato, esta organización se mude buscando zonas donde pueda asentarse y operar, como pueden ser la caótica Libia o Somalia, o el Sinaí, donde se muestra muy activo. Además de mudarse, el Dáesh mutará y pasará de ser un movimiento político-militar con aspiraciones neo califales a ser una organización subversiva clandestina que no dejará de atacar a Europa occidental, Turquía y Rusia con una estrategia terrorista. La intervención rusa ha forzado a reabrir el proceso negociador (Ginebra III) que, junto a avances limitados, es improbable consiga éxitos totales mientras el Dáesh y otros grupos retengan capacidad militar. A modo de sumario, algunos estudios de inteligencia pronostican un largo proceso de enfriamiento de las hostilidades. Incluso se puede


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