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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

ALEJANDRO N. BERTOCCHI MORáN que desarbolaron el palo mayor y el de mesana, lo que obligó a Primo a armar bandolas. La inteligencia y acierto con que lo hizo propiciaron que el navío consiguiera tomar puerto en Cádiz el 9 de junio siguiente, desde donde pasó al arsenal para su desarme. El 22 de mayo de 1831 se le nombró comandante general interino de La Carraca, destino en que permaneció hasta el 17 de mayo siguiente, cuando S.M. le encargó de la dirección del Colegio de San Telmo de Sevilla. En este destino, en el que sirvió con la diligencia y celo de costumbre, se mantuvo hasta 1835, en que, hallándose la primera guerra civil carlista en su punto álgido, fue nombrado comandante general de las Fuerzas Navales de la Costa de Cantabria. Trasladado a dicho punto, embarcado en el vapor Mazzepa recorrió la franja comprendida entre Santander y el río Bidasoa, cuyos puertos y radas, en su mayor parte, estaban en poder del enemigo. El primer objetivo de Primo de Rivera, de acuerdo con lo por él propuesto al gobierno, fue privar a los carlistas de aquellos puertos que por fondo y extensión pudieran albergar embarcaciones de alto porte, tanto para que las armas de la reina Isabel II en la mar tuviesen la primacía necesaria y conveniente cuanto para evitar desembarcos a gran escala de pertrechos. Con estas miras se propuso sostener Guetaria y recobrar Pasajes, el mejor puerto del golfo de Vizcaya. Los carlistas concentraron sus fuerzas contra la población de Guetaria, cuyas tropas, pese a su brava defensa, no pudieron evitar que la plaza cayese y hubieron de retirarse al peñón, donde se erige un fuerte unido al continente por un estrecho istmo. Fuera de nuestro propósito queda describir las proezas que se sucedieron en la prolongada y aguerrida defensa del peñón, dirigida por el valiente don juan Otalora, su malogrado gobernador. Pero sí señalaremos que el brigadier Primo de Rivera, considerando su conservación de suma importancia por las razones ya expuestas, lo socorrió infatigablemente con víveres, aguada, artillería, pertrechos, etc., en medio de un pertinaz temporal y, por añadidura, cuando los socorros debían ser por fuerza depositados en tierra, bajo el violento fuego de los carlistas. Pero, a la postre, estos esfuerzos se vieron recompensados pues, a pesar de los incesantes ataques y del pertinaz y riguroso bloqueo por tierra, el peñón y fuerte de Guetaria conservó siempre tremolante la bandera de Isabel II. Siguiendo Primo de Rivera con sus operaciones sobre la costa, asistió y protegió con las fuerzas navales de su mando la salida de la guarnición de San Sebastián, a las órdenes del brigadier don Fermín Iriarte, el 10 de febrero de 1836, pasando enseguida a Bilbao para poner los fuertes y puntos marítimos de aquella ría en estado de defensa. El gobierno, satisfecho del proceder de nuestro protagonista, lo promovió a jefe de escuadra con una comunicación muy honorífica. El 27 de mayo siguiente, a la cabeza de las fuerzas navales de su mando, y en combinación con el cuerpo de ejército del general de Lacy-Evans, tomó posesión del puerto de Pasajes y de sus fuertes, practicó obras de fortificación para la conservación de aquel y rechazó los ataques carlistas del 6 y 9 de junio siguiente. En todos estos trabajos y operaciones, a despecho de sus años, el general Primo de Rivera se presentaba siempre 108 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 124


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