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REVISTA DE HISTORIA NAVAL 124

RECENSIONES de Marina, su evolución orgánica y su desarrollo, valiéndose de unos magníficos fondos documentales con los que hace un acertado encaje. De los excelentes niveles de calidad de la construcción naval española en el Siglo de las Luces será artífice, entre otros, el francés Francisco Gautier, quien, a pesar de la oposición declarada de jorge juan y del propio Arriaga a la adopción de sus planos para navíos y fragatas, impone su modelo de buques veloces, un poco menos estables que los antiguos del sistema inglés, por lo que, apoyándose en esta baza, Gautier conseguirá en 1770 la creación del Cuerpo de Ingenieros de Marina y su propio nombramiento como primer ingeniero general. Los constructores abandonan por tanto su nivel empírico y se trasladan al científico, y este paso es sancionado por el prestigioso título que se les concede, tomando como antecedente la creación francesa en 1765 del citado Cuerpo. El libro, perfectamente estructurado y con una excelente aportación bibliográfica, recorre exhaustivamente no solo la peripecias biográficas del personaje, sino también los avatares administrativos e incluso políticos que lo rodearon, y se enriquece con las presentaciones de sus apologistas, destacadas figuras de la ingeniería naval. VERGARA, juan: Meridiano maldito. Calabria Narrativa, Valencia, 2011, 465 páginas, ilustraciones. Los sabios jorge juan Santacilia y Antonio de Ulloa de la Torre Giralt, a un tiempo marinos y científicos, han sido objeto de diferentes estudios, pero sus vidas —al menos que yo sepa— no habían sido hasta ahora noveladas. Pues bien: Meridiano maldito los convierte en personajes protagonistas de una aventura centrada en las vicisitudes de la expedición que, bajo el patrocinio de la Academia de Ciencias de París, recorrió el virreinato del Perú, en el primer tercio del siglo XVIII, para medir la magnitud del grado del meridiano terrestre. Las a veces borrascosas relaciones de los dos jóvenes guardiamarinas españoles —habilitados para la expedición como tenientes de navío— con el director de la misma, el francés La Condamine, y los distintos y enriquecedores avatares de la empresa dan pie a la construcción de esta novela que ilustra y entretiene, redactada como está con un estilo ameno y narrada al compás de un ritmo ágil que se contrae a diversos escenarios. La medición del meridiano fue accidentada —de ahí quizá el título de Meridiano maldito—, y hasta los académicos franceses (Godin, Bouger y La Condamine) se disgustaron entre sí. Los dos últimos, al ver a los jóvenes españoles, habían exclamado desdeñosamente «que les habían mandado dos pigmeos, cuando estaban seguros de haberse dirigido a una nación donde ni los hombres les entendían». Sin embargo, jorge juan y Ulloa trabajaron de maravilla, hicieron sus cálculos con independencia y es posible que sin su intervención conciliadora, a pesar de sus pocos años, la comisión francesa se hubiese disuelto, pues sus miembros anduvieron siempre a la greña. 144 REVISTA DE HISTORIA NAVAL Núm. 124


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