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EJERCITO DE TIERRA JULIO AGOSTO 2016

PLACAS DE IDENTIFICACIÓN EN ESPAÑA Enrique López Modrón. Subteniente. Administración 54  REVISTA EJÉRCITO • N. 904 JULIO/AGOSTO • 2016 John Kennedy ofreció en 1862 al Ejército de la Unión la posibilidad de suministrar a todas sus tropas una chapa (adjuntó el diseño), pero fue rechazado según consta en el Archivo Nacional. Es en el siglo xix, con la movilización de grandes masas y la leva como recurso del Estado para reclutar tropas, cuando vuelve a aparecer la necesidad de identificar a los soldados. El primer Estado en hacer una distribución masiva es el prusiano, al comienzo de la guerra franco-prusiana, en 1870. Los soldados las apodaban hundemarken (chapas para perros), en comparación con las que se distribuían para el control de la población canina en Berlín casi al mismo tiempo según normativa del káiser. Este apodo perdura hasta nuestros días. La Primera Guerra Mundial es el primer conflicto en el cual la gran mayoría de los países beligerantes distribuyen chapas de identificación a sus tropas. Después de varias ideas, como marcar el armamento, marcar varias prendas u objetos del equipo, se acabó por recurrir a la placa como el mejor sistema de identificación, pues todos los objetos son intercambiables. Esto no impidió que al finalizar la guerra hubiera una gran cantidad de muertos y desaparecidos sin identificar. ANTECEDENTES En todas las guerras, la identificación de los muertos en combate ha sido un problema que, con el paso de los años, se ha agudizado al emplear armas cada vez más destructivas. A pesar de que son relativamente recientes los medios para conseguir identificar a los combatientes muertos o a los que tienen pérdidas de conocimiento o amnesia, los primeros antecedentes del uso de chapas de identificación en la milicia vienen de los romanos. Hay varios escritos que hacen referencia a la entrega de placas de plomo con sus datos a los legionarios, pero como ningún ejemplar ha llegado hasta nosotros desconocemos cómo eran y que datos recogían. El comienzo de su uso viene de la guerra de Secesión americana, donde a los soldados se les suministraba un trozo de pergamino donde llevaban escrito el nombre del interesado, siempre precedido de «yo soy» y a continuación los datos de la unidad. También cosían en sus prendas retales de tela con sus datos o los escribían en el forro de sus casacas. Por ello, durante la guerra, algunas tropas adquieren pequeñas chapas de identificación realizadas en cobre o bien los propios soldados graban monedas de plata con sus datos.


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