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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

Gualdrapazo Corría el año 1979. Apenas llevaba unos meses en la Armada (era aspirante de primero del Cuerpo de Máquinas. Aún no había ni siquiera jurado bandera) cuando un profesor, un proto (3), nos enseñó a los de mi promoción que los elementos flexibles, como las mangueras empleadas para petrolear a los buques, no deben someterse a presiones superiores a las nominales porque «se corre el riesgo de que escapolen sic (4) y se pongan a dar gualdrapazos». Mi afición por el idioma español no es de ahora, cuando peino muchas canas. Ya por aquellos años tan juveniles, con la cabeza llena de más pelo y muchísimos pájaros, solía estar al acecho de todas las palabras que desconocía. Y esa fue la primera vez que me topé con escapolar y el vocablo gualdrapazo. Y ambos términos se me grabaron indeleblemente en la memoria, porque no me negará, querido lector, que se trata de palabras muy llamativas, y la segunda, además, tiene una sonoridad casi onomatopéyica. Sin el menor asomo de duda consideré que todos los términos de la expresión usada PAÑOL DEL ESPAÑOL por el profesor eran correctos y estaban bien empleados. Simple y llanamente porque los había pronunciado el proto de aquella asignatura: nada menos que un expertísimo capitán que había sido jefe de Máquinas en varios barcos de la Armada. ¿¡Cómo yo, un imberbe aspirante de primero que ni siquiera había tenido el honor de besar la bandera todavía, iba a poner en entredicho la sapiencia de todo un antiquísimo capitán con el rostro curtido por los rociones y el salitre!? Por eso, solo por eso, se marcaron a fuego en mi cerebro, a pesar de que escapolar no se debe emplear para referirse a una manguera, y que el término gualdrapazo estoy seguro de que fue una licencia, una especie de metáfora muy marinera, que se permitió el tan respetadísimo proto, pues según el DRAE, es el golpe que dan las velas de un buque contra los árboles y jarcias en tiempos calmosos o de alguna marejada; por lo tanto, el proto tampoco debería haberlo usado para indicar el latigazo que suelta una manguera sometida a presión cuando se zafa de la brida donde está acoplada. Pero, ¿quién me asegura que aquel proto no empleó también escapolar en sentido figurado o metafórico? Claro, ¿cómo dudarlo? Seguro que fue así. ¿Acaso un capitán con mucha antigüedad y no menos escaramujo (5) en sus galones, nada menos que mi capitán, iba a usar inapropiadamente palabras tan imprescindibles en la jerga de la mar? No. Jamás. Imposible. En fin, así fue como sucedió. Pero todo ello no me exonera de mi pecado, porque si tanto presumo de que disfruto aprendiendo palabras nuevas, ¿por qué cada vez que escucho una no me preocupo y me ocupo en consultar su significado? Contra la pereza: diligencia, ¿verdad? La justificación del pecado Y ahora, después de confesar mi culpa, mi gran culpa, con contrición, en vez de pedir humildemente que se interceda por mí, me (3) Como nuestra REVISTA GENERAL DE MARINA tiene muchos lectores que no son marinos ni militares, es conveniente aclarar que el vocablo proto pertenece a la jerga empleada en las escuelas militares (no solo de la Armada) para referirse al profesor, civil o militar, de una asignatura. Aunque hay quienes me lo discuten, estoy más que convencido de que deriva del registro proto- (con el guion), que figura en el DRAE con el siguiente significado: del griego πρωτο- prōto- «primero». Elemento compositivo que indica prioridad, preeminencia o superioridad. Protomártir, protomédico, prototipo. (4) Sic es un adverbio que proviene de la expresión latina sic erat scriptum (así fue escrito). Según el Diccionario académico, se usa «en impresos y manuscritos españoles, por lo general entre paréntesis, para dar a entender que una palabra o frase empleada en ellos, y que pudiera parecer inexacta, es textual». La RAE recomienda escribirlo entre corchetes y en letra redonda (no bastardilla) y suele usarse cuando se reproducen errores —tipográficos o de otra clase— para informar al lector de que dicho empleo indebido o dudoso no es obra del que lo cita. (5) Percebe, según la tercera acepción del DRAE. 2016 125


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