Page 70

REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

RuMBO A LA VIDA MARINA cuando se dejan caer a plomo al fondo para dormir como leños y mejor no saber con qué están soñando. La vejiga, pues, apareció en los peces óseos como un adelanto evolutivo para evitar el enorme esfuerzo muscular que supone tener que vivir en constante movimiento. Pero, supongo que ha quedado demostrado que la vejiga natatoria en ningún caso puede ser el boceto de una máquina tan compleja como es el submarino. Y si la vejiga natatoria del pez, su propulsión en la cola, sus aletas, pretendidos timones de profundidad, dejaban sin resolver los problemas de maniobra en inmersión, ni el trimado del submarino Monturiol, ni el intercambio gaseoso con el medio, ni la necesaria compartimentación estanca, abandono de buque, etc., ¿en qué parte de la naturaleza estaba el modelo en el que inspirarse para poder crear una máquina capaz de desenvolverse en la superficie marina y al mismo tiempo en la submarina? Pues, desde luego, en una criatura excepcional que solamente podría pertenecer al segundo filo más numeroso en especies que existe en la fauna (después de los artrópodos), el de los moluscos, con 60.000 especies vivas y 36.000 extinguidas, la mayoría de ellas marinas, y en el caso del nautilus, un cefalópodo, el único y último pulpo que aún conserva hoy en día la concha ancestral del grupo, y además, un bicho con la experiencia de 500 millones de años de antigüedad en resolver problemas de hidrodinámica rancia. Y muy anterior al pez. Sabemos que los primeros animales vivían pegados al bentos, inmóviles. Parece lógico, pues, pensar que un grupo de moluscos, parecidos a las actuales lapas, los nautiloideos, aprendiese a llenar parcialmente su concha con gas y con tal truco pudiesen despegarse del fondo para explorar la dimensión vertical de las profundidades. Enseguida los nautiloideos aprendieron a moverse expulsando súbitamente el agua a chorros, con lo que ya habían patentado la propulsión a reacción y el desplazamiento horizontal debajo de la superficie. El submarino estaba anticipando, en el Cámbrico ya, su entrada en astilleros. Estas innovaciones tuvieron tal éxito que durante cientos de millones de años los moluscos, calamares y pulpos acorazados con concha —belemnites, ammonites, ortoceras, nautilus arcaicos— dominaron los mares, coincidiendo la desaparición de sus últimos supervivientes con la de los dinosaurios. Pero el pasado, que partía de un solo continente, Pangea, y de un solo océano, Panthalassa, nos legó el tesoro de las residuales especies de nautilus que aún viven en nuestros mares para asombro de la ciencia. Pero, como no podía menos de suceder, ni la concha del nautilus es una concha cualquiera estilo caracol ni el nautilus un pulpo cualquiera. No en vano 500 millones de años les contemplan. Y la concha del nautilus, al igual que en el submarino, está dividida en compartimentos que se separan del siguiente mediante tabiques (¡ah!, las puertas estancas) que el animal va fabricando a medida que crece, con lo que permanentemente está alojado en el compartimento más exterior (el de la «boca», para entendernos, el «puesto 2016 69


REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016
To see the actual publication please follow the link above